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Eva Mendes: «Es difícil ser mujer en Hollywood y más latina»

Entre las señoras provoca envidia, y no de la sana: Mendes vuelve a dar un giro a su carrera con la comedia «Los otros dos», en la que encarna a la esposa de un grande del género, Will Ferrell. Ambos demostraron ayer en Madrid que poseen, es cierto, un humor excelente.

La actriz presentó su cinta en Madrid con tacones y al lado de un coche de la policía
La actriz presentó su cinta en Madrid con tacones y al lado de un coche de la policíalarazon

No es verdad que hable mal el español; aunque pida disculpas constantemente, maneja este idioma mejor que muchos que yo me sé. Guapa, delgada, habla hasta por los codos: si Eva Mendes fuese una silla, sería resistente y acogedora. En «Los otros dos» interpreta a una señora estupenda, lo que se entiende, casada con un policía rarísimo (Will Ferrell) que aborrece la acción. Cuando le preguntan si ella acabaría emparentada con un hombre tan inusual, dice seria, luego se ríe, que «yo no me caso, ni con él ni con ninguno... En cuanto a mi personaje, le gusta de Allen que, aunque tierno, tiene también un lado oscuro. Porque a nosotras eso nos gusta, ¿verdad?», y me coge del codo. Le digo que sí.
Continúa con el tema de las mujeres: «Ninguna lo tenemos fácil en Hollywood, y, menos, las latinas... Es difícil serlo allí. Aunque las puertas se están abriendo un poco, todavía no es suficiente. Por eso cuando Penélope Cruz ganó el Oscar me alegré tanto, porque su triunfo fue el de todas», y mira de reojo uno de sus altísimos tacones. De hecho, jamás le ofrecerían «ninguno de los papeles que le dan a Keira Knightley... Por ejemplo, en películas de época. ¿Pero qué pasa, que entonces no había hispanas?».Y continúa: «De ahí que sea importante encarnar a esta ama de casa americana en la que no posee peso alguno la nacionalidad. Nací en EE UU, mis padres son cubanos, y me siento de ambos lugares. Me gustaría ponerme en la piel de una india, de una italiana... ¿Por qué no?», y vuelta a la carcajada. Una chica inteligente que parece no temer el trabajo duro: «Antes del cine vendí perritos calientes. Ay, lo odiaba... Y ropa, maquillaje... Hice de todo. A los 15 ya me ganaba la vida. Siempre quise ser independiente, y mi mami me dijo: ‘‘muy bien, pues búscate un empleo''».
La nueva Maria Callas
Comedia de acción disparatada e hilarante en la que también interviene un Mark Whalberg que jamás se ha visto en otra, Mendes reconoce sin embargo que no es un género «que me guste mucho, todo explotando siempre...». Más le atrae su nuevo filme, del que habla con un entusiasmo que se te pega:«Acabamos hace dos meses el guión sobre Maria Callas. Falta encontrar director. Analiza la época en que conoció a Onassis. Me encanta, su existencia fue como una tragedia griega, una ópera, triste». En cuanto a la siguiente película en la que la veremos, se trata de «Last night», «con Keira, sí, en serio. Tremenda. Y este verano realicé mi primer corto. Dirigir es mi pasión». Tampoco duda cuando cita los directores de aquí que prefiere: el manchego, como la burra, va siempre delante: «¿Que alguien más? Del Toro, ¿o era mexicano? ¿Ni siquiera vive aquí? Pues Amenábar... Las películas de Pedro –insiste– me parecen complejas, no puedes clasificarlas. "Volver"me mató. Es igual que un sueño surrealista». Bueno. En cuanto a sus debilidades generales, enumera: primero, Almodóvar, y, luego, «Mike Leight, Paul Thomas Anderson, Spike Jonze, Scorsese, David Lynch. Oh, Lynch, limpiaría su piso para que me contratara, haría lo que quisiese».
Quizá porque recuerda al autor de «Terciopelo azul» se le viene a la cabeza otro filme especial, «Teniente corrupto» (2009), dura, peligrosa, extrema. Mendes era allí una prostituta solitaria: «No le digas a Werner Herzog que se trata de un "remake"de la de Ferrara... Repetía todo el tiempo que no. Lo que comprendí era por qué no le cambió el título para evitar confusiones... Me encanta Werner, un tipo fascinante, extraño...». Menos que Nicolas Cage, con quien aparecía en aquel filme. Seguro: «No es raro, sino rarísimo. Y lo afirmo con cariño, porque en mi corazón tiene reservado un lugar especial. A mí me gustan los hombres así porque me considero alguien demasiado normal». Que no soporta algo de la fama: «Los paparazzi. Por la calle la gente me mira, lo que no me molesta, pero sí que 15 personas con cámaras te persigan, me parece feísimo. Menos mal que en Los Ángeles llevo una existencia bien planificada y mi novio no es famoso. Lo primero, la privacidad. Me crié en esa ciudad, sé dónde ir para que no me molesten. Es terrible que te sigan en un coche a toda velocidad, pueden atropellar, no sé, a un niño... Y no hay nada que contar, simplemente voy conduciendo». Decíamos que era de procedencia cubana. Mendes se pone seria por primera vez: «Mi papá siempre lee las noticias sobre la isla y me las comenta, pero ignoramos qué sucede en realidad. Es todo una mentira grande, ¿por qué nos la vamos a empezar a creer ahora?».
Ferrell, el otro humor
Una media hora antes el grandote Will Ferrell (1,90 largo), que lleva varias pulseras de colores en la muñeca izquierda y una camisa a cuadros muy mona, demuestra que se trata, él también, de un tipo afable. El humor que lo caracteriza (véanlo en «Quemando ruedas» o «Patinazo a la gloria», por ejemplo) es absurdo, distinto, muy característico y, a la vez, hay algo que suena en sus personajes a real y auténtico: «No me da miedo incomodar al espectador, lo que pretendo es que los filmes sean divertidos, que entretengan, empujar al público hasta el límite». Dónde estará. En cuanto al encasillamiento, admite que «tengo la impresión de que ya es tarde para pensar en ello... Mi gran oportunidad llegó gracias a la serie de TV "Saturday Night Live". Con todo, he interpretado dos papeles serios en sendos títulos independientes. Una, "Everything Must Go", la acabo de terminar. Espero que la estrenen en España». Y le vemos satisfecho. Tanto como cuando alguien señala que ha creado escuela: «Gracias... No lo sé, al estar metido en medio de algo no eres demasiado consciente de que estás creando estilo». Y el mejor imitador de Bush reconoce la popularidad de que goza actualmente el ex: «Ahora, que está promocionado su libro, cae más simpático porque en esa obra se ríe de sí mismo». Una última aclaración: es mentira que los grandes cómicos, entre los que hallarán a Ferrell, sean depresivos crónicos o estén de atar: «Dicha idea responde a un estereotipo. Incluso aseguran que para ser bueno debes tener detrás una historia desgraciada, traumas infantiles. Sin embargo, a los que conozco les encanta hacer reír y no utilizan este oficio de terapia». Suerte que tienen algunos.