Londres

Reino Unido entre héroes y pandilleros

Con los disturbios bajo control por primera vez en cinco noches, Reino Unido trataba ayer de volver a la normalidad y hacer recuento después de la última semana de violencia y vandalismo en todo el país. En una sesión de emergencia del Parlamento británico, el primer ministro, David Cameron, se comprometió a responder con mano dura a los responsables de los delitos cometidos durante los últimos días y a compensar a los afectados por los incidentes, cuyos daños ascienden a unos 228 millones de euros.

Agentes de la Policía Metropolitana se preparan para una redada en Londres
Agentes de la Policía Metropolitana se preparan para una redada en Londreslarazon

Además, el Ejecutivo británico estudia retirar a los alborotadores prestaciones sociales, como viviendas de protección oficial. También se plantea intervenir y desactivar temporalmente los servicios de mensajería móvil en caso de repetirse los distubios.

Pero el debate parlamentario se centró fundamentalmente en el papel de las Fuerzas de Seguridad frente a los últimos acontecimientos. El recorte presupuestario de la Policía anunciado por David Cameron se mantendrá en pie a pesar del brote de violencia, una medida que los laboristas reprocharon al líder conservador durante la sesión. Mientras, los tribunales de todo el país permanecieron colapsados por el procesamiento de los, al menos, 450 detenidos contra los que se han presentado cargos, la mitad de los cuales son menores de edad.

Una abuela valiente

Pero los convulsos disturbios han despertado también en la sociedad británica un ideario de héroes y villanos muy acorde con las primeras conclusiones del primer ministro, que aseguró el miércoles que esta crisis habían servido para mostrar «lo mejor y lo peor» de sus compatriotas. Los medios locales se hicieron eco de esta frase y ayer encumbraron a los ya considerados símbolos de los disturbios. Entre ellos se encuentra Paulina Pearce, la abuela de 45 años que abroncó a un grupo de pandilleros en Hackney por aprovechar la revuelta para saquear un comercio. El incidente, grabado en vídeo y subido a Youtube, ha dado la vuelta al mundo, convirtiendo a la osada abuela en una celebridad de las redes sociales.

También Ashraf Haziq (en la foto), de 20 años, ha salido del anonimato después de que un vídeo mostrara en internet cómo un grupo de jóvenes le robaban la cartera y la videoconsola después de haberle partido la mandíbula a golpes. Son dos entre una decena de historias que han conmocionado a la sociedad británica, como también lo ha hecho la de una cantante que logró recuperar su violín de un incendio o la del joven de 15 años que salvó a su madre de las llamas.

La Prensa británica también puso cara a los responsables de los actos vandálicos. «The Daily Telegraph» daba cuenta ayer del perfil de tres de los detenidos por los saqueos: un niño de 11 años (ayer fue detenida otra niña de la misma edad), el empleado de una escuela y una joven de 19 años que se enfrenta a cargos por robo. La última es hija de un importante empresario y vive en en una lujosa mansión en Orpington que ayer mostraba también «The Daily Telegraph». En la portada del diario y sobre el rostro de los tres detenidos rezaba una sola frase: «Nuestra sociedad enferma».


Daños por 228 millones
La Asociación de Aseguradoras británicas dobló ayer sus estimaciones sobre el coste de los daños perpetrados durante la ola de vandalismo desatada en Inglaterra desde el pasado domingo. De los 100 millones de libras (114 millones de euros) de los que comenzó a hablar el martes ayer esta asociación saltó a un nuevo total: 200 millones de libras (228 millones de euros). El incremento se ha producido a raíz de las declaraciones de David Cameron ante el Parlamento. El primer ministro dijo que, para compensar a las víctimas de la ola de violencia, se aplicará una ley de 1886 que permite a las aseguradoras pasar a la Policía parte del coste de las indemnizaciones cuando se trata de daños causados por disturbios. Esa misma ley también cubre los negocios y bienes inmuebles no asegurados.