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La OTAN eleva la alerta afgana

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NUEVA YORK- La calma invadió la zona de Zandajar donde tuvo lugar la matanza perpetrada a sangre fría por un soldado estadounidense, que dejó 16 muertos, entre ellos nueve mujeres y tres niños. Los ancianos locales mostraron una admirable compostura. Mientras, el resto de los vecinos afganos explicaron a un reportero de la revista «The Economist» que no querían que su ira fuese malinterpretada.

Ayer se aclararon más detalles de lo sucedido. El soldado, que actuó solo, procede del Fuerte Lewis del estado de Washington, e iba equipado con todo tipo de armamento. Incluso con un aparato de visión nocturna.

Lo que ha seguido estos días a esta terrible tragedia sigue el patrón de otros incidentes en Afganistán, como con la quema de los coranes en febrero o el vídeo de enero, donde se vio a un grupo de soldados estadounidenses orinar sobre los cadáveres de varios talibanes. El presidente Barack Obama se ha deshecho en disculpas y condolencias, aunque también ha elevado la alerta en las bases estadounidenses en Afganistán. Los soldados estadounidenses y el resto de las tropas de la coalición se han preparado para una posible oleada de actos de venganza contra ellos.

Mientras, el presidente afgano, Hamid Karzai, que tiene que equilibrar el populismo en su país con su dependencia de la ayuda de Washington, ha clamado contra los estadounidenses. Los talibanes, que a su vez también son responsables de la muerte de civiles, han intentado aprovechar lo sucedido y emitido inflamatorios comunicados de venganza contra los «invasores occidentales».

En cambio, las consecuencias de este último suceso pueden ser mayores en Estados Unidos que en Afganistán. Según un sondeo difundido por el periódico «The Washington Post» y la cadena de televisión ABC, la mayoría de los estadounidenses desconoce el sentido de la misión en Afganistán, que empezó 26 días después de los ataques del 11 de septiembre, con el objetivo principal de cazar a Osama Bin Laden.
El 55% de los encuestados cree que los afganos se oponen a la misión de Estados Unidos en su país. Mientras, el 54% reclama la retirada de las fuerzas estadounidenses de Afganistán, incluso antes de que se complete el entrenamiento del Ejército afgano, uno de los grandes pilares sobre los que se sustenta la estrategia del presidente Barack Obama en la zona.

Ante este clima, el jefe de Prensa de la Casa Blanca, Jay Carney, tuvo que responder a varias preguntas relacionadas con estos asuntos en su rueda de prensa diaria después de lo ocurrido el fin de semana, y dejar claro lo que ya se había manifestado desde el Pentágono: los objetivos en Afganistán no cambiarán y tampoco se acelerará la salida de las tropas tras lo ocurrido al sur de la provincia de Kandahar.