País Vasco

Mereció la pena por Borja Sémper

La Razón
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Anadie se le escapa que ejercer la política en el País Vasco siendo del PP conlleva un plus. No sé cómo explicarlo realmente, porque hay algunas cosas que sólo se entienden viviéndolas. Es un plus de compromiso, de exposición, de aguante y determinación por defender unas ideas en un entorno nada fácil. Y no porque el PP del País Vasco no tenga un importante reconocimiento en Euskadi (gobernamos en Álava y en el Ayuntamiento de Vitoria), sino porque el ambiente, el caldo de cultivo creado por un nacionalismo que ha impregnado a nuestra sociedad de ese nosotros frente a ellos, ha situado a nuestra formación política como «paracaidistas», «extraños» cuando no «enemigos de Euskadi» por el simple hecho de defender la españolidad de los vascos. Y en ese contexto, ejercer el liderazgo del PP vasco no sólo no es fácil, sino que desgasta mucho. Y Antonio, Toni, como le suelo llamar en broma (sólo yo), está rompiendo moldes. Él podría haber enfocado su futuro por otros derroteros, pero no lo hizo, le pudo el compromiso por su tierra. Optó por lo más difícil. Decidió, en un momento extremadamente complejo, liderar un proyecto como el del Partido Popular en el País Vasco cuando lo más fácil era desaparecer. Y esa determinación, ese coraje por seguir manteniendo la llama de una gran parte de la sociedad que se resiste como gato panza arriba a aceptar la Euskadi independiente en la que sueña el nacionalismo, merece todo el reconocimiento y aplauso, no sólo de sus compañeros, sino del conjunto de la sociedad española. ¡Toda una lección para quienes ahora se rasgan las vestiduras poniendo a caldo a la clase política! A partir de ahí, Basagoiti ha sabido situar al PP vasco en el centro de la política en Euskadi. Tuvo la generosidad –nunca lo suficientemente reconocida– de apoyar al PSE-EE en la necesaria alternancia de poder en un País Vasco siempre gobernado por el PNV. Supo estar a la altura y fruto de aquella decisión, contribuyó como nadie a deshacer el mito de la imbatibilidad de ETA. Sólo por eso, mereció la pena. Gracias a él, y a la generosidad del PP vasco, aunque queda una tarea ingente por delante, en el País Vasco todos respiramos más tranquilos. Por eso, y aunque es una incógnita cómo va a reaccionar la sociedad vasca, estoy convencido de que ese Antonio Basagoiti rápido, hábil y defensor de una Euskadi abierta, moderna y en la que se pueda ser vasco y español sin complejos, va a tener un reconocimiento lo suficientemente amplio para condicionar un País Vasco que, en vez de encaminarse al precipicio de la independencia, camine junto a España en la senda del progreso y del futuro común.