Belleza
Los piojos vuelven al «cole»
Aparecen sobre todo entre los dos y los 15 años, y son más frecuentes en las niñas, por el uso compartido de cintas y horquillas
El piojo de la cabeza es un ectoparásito que se localiza en el cuero cabelludo. El picor intenso en esta zona es el síntoma que alerta de una posible infestación. El piojo adulto puede alcanzar los cuatro milímetros de longitud y su ciclo de crecimiento se completa en 21 días. Las hembras ponen los huevos en la base de los pelos, que se denominan liendres.
Empieza el curso
El nuevo curso escolar vuelve a poner en primer plano a este huésped, ya que se incrementan las infestaciones, pese a que en la mayoría de casos los niños mantienen una higiene correcta. Esto sucede porque los insectos prefieren vivir en la piel limpia. Aparecen sobre todo entre los dos y los 15 años, y es más frecuente en niñas, por el uso compartido de cintas y horquillas. Se transmiten por contacto directo o por compartir utensilios o ropas de personas infestadas.
Ante la sospecha de una infestación por piojos hay que inspeccionar la cabeza, prestando especial atención a la zona de detrás de las orejas y la nuca, donde, de existir, se verán claramente las liendres pegadas a la raíz del pelo. Sin embargo, todo aquello que se puede separar del cabello con facilidad no es una liendre, sino que se tratará de escamas, caspa o restos de cosméticos.
Como medida terapéutica lo más importante es revisar bien la cabeza del niño. Con el pelo mojado y utilizando un peine con las púas muy juntas o liendrera, habrá que ir separando mechones de pelo y peinarlos desde la raíz hasta el extremo, observando si existen liendres o piojos. Si los encontramos hay que destruirlos bien.
En cuanto a los productos que se pueden emplear, existen numerosos champús, lociones, espumas, repelentes y remedios caseros que resultan de utilidad. Hay que apuntar que el uso de los tres primeros ha de reservarse exclusivamente cuando se comprueba que el niño tiene piojos, ya que son productos químicos, no tóxicos para la persona, pero que han de emplearse sólo cuando sea realmente necesario siguiendo las instrucciones. Suelen ser soluciones de malation, permetrina o lindane. Su mal uso implica la aparición de resistencias a la acción pediculicida y daño en el cuero cabelludo.
Debido a la facilidad de contagio, los compañeros de colegio, y las personas que hayan tenido contacto estrecho con el individuo parasitado deben ser examinados. Las ropas deben lavarse en lavadora con agua caliente y secarlas, cuando sea posible, a temperatura elevada, los peines y otros utensilios se tienen que mantener en remojo durante media hora en una solución insecticida, y también se debe pasar el aspirador por toda la habitación de la persona afectada.
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