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OPINIÓN: Contador al Tour

La Razón
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Ha sido tal vez la mejor noticia del fin de semana. Que Alberto Contador, después de meditarlo, decida defender su Maillot amarillo de campeón del Tour de Francia es algo grande. Primero, porque volveremos a disfrutar con su dominio absoluto de las montañas y del trabajo en equipo. Segundo, porque mientras tanto, dejaremos de escuchar el raca-raca del TAS y de la UCI, que se pasan el día lanzando baba venenosa contra el pinteño. Tercero, porque, si al final estos tiparrajos indeseables, deciden condenarle en lugar de defender al corredor de algo que en la vida podría llamarse dopaje ni nada parecido (nunca dio positivo y el análisis, en unas máquinas complejísimas que sólo se han aplicado a su muestra y no a la del resto de deportistas del planeta, morirá con las botas puestas, es decir: ganando otra ronda gala.
Dejará en ridículo al resto de corredores que luchen contra él y demostrará que es el mejor y que no se dopa, porque le perseguirán los vampiros cada dos horas para que no duerma ni una sola noche. Aún así, dará negativo y demostrará que, sin nada que esconder, es el más grande. Y ellos, los más sucios. Como dijo Piqué ante su afición criticando de soslayo al Real Madrid, a Mourinho y a algunos compañeros de radio en la capital: «ni nos drogamos, ni nos tiramos para protestar sino que sólo jugamos a fútbol». En Contador está la misma esencia. Él lucha. Sólo se dedica a hacer lo que mejor sabe: correr en bici, dando envidia a muchos franceses, a varios jefes de la UCI y a muchos rivales. Que les den morcilla.