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La Razón
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No querría estar en la piel de la delegada del Gobierno, Paula Sánchez de León. Decida lo que decida sobre las manifestaciones de los alumnos del Instituto Luis Vives, y otros añadidos, va a tener dificultades, especialmente al no existir voluntad de desconvocarlas. Quienes se han echado a la calle, no se conforman con protestar un día. Han de hacerlo cada día, cortar las calles, cuantas más mejor, y provocar el correspondiente desorden circulatorio con perjuicios a terceros.
¿Qué hacer cuando la mayoría de los ciudadanos no quieren convivir con el desorden? ¿cómo compaginar esos derechos con los de manifestación? ¿dónde acaba la libertad de unos y donde comienza la de los otros?. ¿Qué responsabilidad tienen los profesores -son los que han sufrido recortes-?.
Confío en que nadie tuviera en mente, tampoco los jóvenes contestatarios, la deriva que han tomado los acontecimientos. Se hace imprescindible la supresión de la conflictividad, antes de entrar en una dinámica indeseable y de que los interesados en el alboroto se hagan con las riendas del enfrentamiento callejero. Así es la vida.