Salónica

Yo confieso

La Razón
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La alternativa rojiblanca se desmorona a velocidad de vértigo. Después de ganar al Inter la Supercopa y de vivir un par de jornadas en el ático de la Liga, parecía que el Atlético iba a comerse el mundo y a pelearse con el Barça y con el Madrid por la Liga; ni siquiera resiste un mandoble del Sevilla, revitalizado por Gregorio Manzano. Ya está a seis puntos del Valencia, sobrepuesto a la pérdida de Villa y Silva, y a cinco del Villarreal, lanzado por Garrido al hiperespacio. En fútbol, nada es lo que parece hasta que escampa. Hay equipos que no resisten un análisis, que se desmayan en cuanto ven la jeringuilla, como el Atleti, que sin el Kun es bastante menos que el Barcelona sin Xavi. Pero la trascendental ausencia de Agüero (¿verdad, Forlán?) no es sólo culpa de Gurpegui; Quique Sánchez Flores se precipitó al alinearle y recayó.

Quique se durmió en Salónica, también contra el Bayer Leverkusen, y metió la pata hasta el corvejón en Sevilla. Se estrelló con el esquema y lo confesó. A partir de ahora hay que exigirle más planteamientos como el que esgrimió ante el Inter y que cometa menos equivocaciones.

Las dos últimas han rebajado la ilusión de los atléticos a niveles de los peores tiempos. Y Quique no es Mourinho: tiene menos plantilla y también menos tiempo para corregir errores. «Mou» ya le ha cogido la delantera y en el Madrid nadie, absolutamente nadie, discute sus decisiones.