Presentación

Adolfo Sánchez: «La marginación laboral de los tartamudos es una lacra»

«Los empresarios prefieren hacer donaciones a ofrecernos un empleo»
«Los empresarios prefieren hacer donaciones a ofrecernos un empleo»larazon

BARCELONA- «Las personas tartamudas soñamos en tartamudo, vivimos en tartamudo y pensamos en tartamudo. Por no hacer el ridículo, a veces pedimos una Fanta en lugar de una Coca-Cola. No lo hacemos por nosotros, sino porque los interlocutores no suelen respetar nuestros tiempos». Adolfo Sánchez lleva años luchando para evitar la lacra social que acompaña a un trastorno arrinconado en el mundo laboral: la tartamudez.

Un trastorno fluctuante del habla que se caracteriza por repeticiones y bloqueos, y que «produce un gran sufrimiento a la persona afectada». Hasta que la organización que preside, la Fundación Española de la Tartamudez (FET), no hizo acto de presencia, el trastorno apenas estaba reconocido por la Administración.

Un silencio atronador que ha provocado el «suicidio social» de sus afectados. «Somos tan normales como el resto, como el que es calvo, alto o guapo; sólo tardamos un poco más en decir las cosas», apunta en tono afable.

La aceptación es clave
En España, según los datos de la FET, hay 800.000 personas con tartamudez y según explica Sánchez, el «sufrimiento» de los que la padecen no se alivia frente a un Gobierno que «ignora» a los tartamudos. «Hay un desconocimiento total, los padres ni siquiera saben que existen diagnósticos precoces para ayudar a los afectados a superar el trastorno».
Por este motivo, mañana, Día Mundial de la Tartamudez, la FET lanzará una campaña de concienciación social para «normalizar» el trastorno y mandar un mensaje de esperanza: «Hay cura».

Sánchez apunta a la «aceptación» como primer paso para superar las trabas del habla. «No quiere decir que haya que rendirse ante el problema, pero una vez que aceptas tu tartamudez, se puede empezar a tratarla».

El presidente de la FET insiste en el rol crucial que jugamos los interlocutores y en la «tranquilidad» que debemos transmitir. «Sólo necesitamos un poco de tiempo. Hay que respetar y escuchar».

Normativa «prostituida»
La lucha de esta organización ha dado sus frutos. Hasta hace cinco años, las personas tartamudas no podían acceder a un puesto de trabajo en la Administración. «Era causa de exclusión para el empleo público. No podíamos ser funcionarios ni entrar en la Policía. Ahora sí», dice con orgullo.

A pesar de los avances, las trabas siguen ahí. Las empresas deben contratar por ley a un dos por ciento de discapacitados y no suelen hacerlo. Según dice, la normativa «está prostituida» porque en vez de dar empleo, los empresarios prefieren hacer donaciones a fundaciones. «No queremos limosnas, queremos ser personas igual que el resto, porque lo somos».
Tal y como cuenta, la «marginación laboral de los tartamudos es una lacra que deberíamos erradicar entre todos». Hoy día, existen tartamudos «con hasta tres carreras universitarias que trabajan de reponedores en un supermercado», un hecho más que preocupante en plena crisis. «La valía de los tartamudos es excepcional, tenemos un cociente intelectual por encima de la media y seguimos discriminados», lamenta.

Para evitar un posible retroceso, la FET comparecerá en el Congreso de los Diputados y cuando se celebre la próxima mesa de la discapacidad. ¿Su objetivo a corto plazo? «En tres años me encantaría que la campaña de normalización recogiera sus frutos, que se pongan en marcha planes de detección precoz en los colegios, con logopedas en las aulas, y saber que un tartamudo pueda hablar por la calle sin problema». Pequeños grandes pasos para entender un trastorno y que lo único que precisa es paciencia y comprensión.
 

 

EN PRIMERA PERSONA
Sánchez lamenta la mofa y el escarnio que han sufrido a lo largo de la historia las personas que sufren este trastorno del habla en nuestro país. En lugar de dar apoyo y comprensión a este colectivo, y buscar la normalización y su plena integración en la sociedad, muchas personas sin escrúpulos se han encargado de extender una serie de clichés en busca del chiste fácil, que se han repetido durante décadas. «Especialmente por parte de comediantes en decadencia que buscaban reírse de los demás y no con el público», apunta. Por eso, el desembarco de la oscarizada «El discurso del Rey» (dirigida por Tom Hooper en 2010, con Colin Firth como protagonista) fue un «auténtico progreso» en la forma de abordar esta dificultad del habla. «En un año, esta película ha hecho más por la tartamudez que toda la sociedad en más de 2.000 años de historia. Doy las gracias al director y al protagonista de la cinta, porque han sabido transmitir la realidad que nos rodea, han acercado el trastorno al gran público».