Bruselas

El llanero Zapatero Iñaki EZKERRA

La Razón
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Nunca Zapatero ha tenido un Debate sobre el Estado de la Nación tan crudo. Nunca ha estado tan solo. Esa soledad justifica la petición de elecciones formulada ayer por un Rajoy que llegó investido presidente virtual y moral por las recientes encuestas. Ni el ya habitual merengueo de CiU ha podido hacer nada por salvarle. La coartada del patriotismo español de Duran Lleida no encajaba ya en el nuevo guión soberanista que ahora están representando. Su enfado por la sentencia del Constitucional habría resultado menos verosímil que el de ese PSC que se dedicó ayer a aporrearle con un Estatut de goma. Dejó ver no el apoyo que Zapatero no tiene, sino que hasta su propio partido en Cataluña tiene que jugar el papel de oposición para salvar los muebles en las autonómicas. Fue la primera vez que no se sacó un conejo de la chistera porque la vigilancia de Bruselas le impide sacar tómbolas de 400 euros, y porque hasta los conejos están en huelga por impago. Ayer se vio a un Zapatero enfrentado a todas las contradicciones del zapaterismo. Se vio al Llanero, al Zapatero solitario con el antifaz de las ojeras del desgaste en el poder, en un poder mal usado. El famoso ranger de Texas se caracterizaba por llegar a un pueblo atemorizado, arreglarles el problema e irse sin recompensa. Este ranger nuestro se caracteriza por llegar a un lugar tranquilo, crear un problema gordo y negarse a marcharse «cueste lo que me cueste». Lo grave no es lo que le cueste a él sino lo que «nos cueste a todos nosotros».