Londres
Ahora o nunca para los «All Blacks»
Nueva Zelanda debe concluir hoy su maldición mundialista ante Francia
SEVILLA- Hace 24 años, en el Eden Park de Auckland, Nueva Zelanda se apropiaba del primer título mundial de rugby, un deporte que en 1987 era amateur y no había alcanzado la dimensión planetaria que hoy posee. La Copa del Mundo es el tercer evento deportivo del mundo en número de telespectadores y los «All Blacks», la única selección de la historia del deporte, en la disciplina que sea, que gana desde hace más de un siglo más de las tres cuartas partes de los partidos que juega, no han vuelto a levantar la copa Webb Ellis, llamada así en honor al inventor de este juego.
En un país que vive el rugby como una religión, ríanse de los brasileños y el fútbol, esta maldición mundialista supone un drama nacional. Pero hoy, en el mismo estadio que en 1987 y contra Francia, igual que entonces, los dioses del balón oval han de recuperar su cetro. El favoritismo de Nueva Zelanda es incuestionable; la superioridad mostrada sobre los franceses a lo largo del torneo, insultante. No sólo porque en la fase de grupos se vieron las caras con rotundo triunfo local (37-17), sino porque el juego de los «bleus» ha sido deplorable y sólo las circunstancias de un cuadro favorable y grandes dosis de fortuna lo han llevado a la final.
¿Por qué, entonces, los técnicos y jugadores neozelandeses temen tanto a su rival? «Hay una historia común entre Francia y Nueva Zelanda en los mundiales que se resume en una frase: cuando peor están, sacan lo mejor de sí mismos y le ganan a los ‘‘All Blacks''». Son palabras del tercera línea Jerome Keino, pero que expresan el sentir de un país en vilo. En efecto, en 1999 y 2007, dos selecciones francesas tan dubitativas como la que ahora dirige Marc Lievremont apearon a Nueva Zelanda del Mundial al término de dos encuentros memorables. El actual seleccionador francés jugó la semifinal de Londres ‘99, el considerado mejor partido de la historia. «Aquel día entendí de verdad la frase ‘‘no hay equipo imbatible'', porque no ha habido un quince tan poderoso como aquellos ‘‘All Blacks'' y les ganamos».
La marea negra
Además de una gran sorpresa, una victoria francesa supondría una tragedia para Nueva Zelanda, una pequeña nación de cuatro millones de habitantes que se proyecta al mundo, sobre todas las cosas, a través de su legendaria selección de rugby. Cuando los «All Blacks» juegan, las dos islas amanecen teñidas de negro: desde los presentadores de la televisión, hasta los miembros del gobierno, pasando por los maoríes de los suburbios, la población se viste de negro. En todos los clubes de rugby se proyectan los partidos y la entrada es gratis a condición de llevar una prenda negra. Quien no la tenga, se echa una bolsa de basura por encima. «Se nos viene encima la marea negra», advierte Jean-Baptiste Lafond, antiguo internacional galo.
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