Elecciones en Holanda

Arrepentidas las quiere Le Pen por Alfredo Semprún

 Abdel Halim Khaddam, antiguo vicepresidente de Siria, huido de su país en 2005 y exiliado en París, ha declarado a «Le Figaro» que Bachar al Asad está dispuesto a resistir hasta el final y que, por lo tanto, acabará como Gadafi. «Está trasladando lo mejor de su arsenal a la costa para convertir Latakia en un bastión alauí. No sólo los misiles estratégicos; también almacena artillería y blindados, y está ampliando el aeropuerto militar», asegura. Pronostica una guerra de religión con los sunitas larga y cruel.

Arrepentidas las quiere Le Pen por Alfredo Semprún
Arrepentidas las quiere Le Pen por Alfredo Semprúnlarazon

Elisabeth Barget acaba de fichar, a sus 62 años, por el Frente Nacional de Marine Le Pen como candidata en las próximas legislativas por la circunscripción de Thionville, en la región del Mosela. Como en otros muchos casos, el camino de Damasco de esta veterana del Mayo del 68 ha sido el miedo a la «conquista islámica de Francia que supone la inmigración magrebí». Es decir, ha pasado del troskismo a la xenofobia. Cosas de la edad, Barget, adalid del feminismo radical, apóstol del aborto libre y gratuito, atea compulsiva, ha llegado hoy a la conclusión de que «demasiado laicismo mata al laicismo» y «abre las puertas al islam», y de que prefiere «el sonido de las campanas de las iglesias» a los gritos «del muecín en los minaretes». No está mal para alguien que se ha pasado la vida incordiando a los curas con sus campañas «contra el oscurantismo», como aquella, memorable, que realizó en 1996 con motivo de la vista de Juan Pablo II. Bajo el lema: «Devolvednos nuestras almas», consiguió que algunos cientos de seguidores se «desbautizaran».

De la extrema izquierda a la extrema derecha, en un salto
La revista francesa «Minute», en crónica de François Maquaire, relata con bastante ironía su proceso de conversión. Cuando descubrió que sólo el Frente Nacional la llenaba, escribió a Marine Le Pen «sin ocultarle nada de su pasado». Recibió la respuesta por e-mail: «Sólo los imbéciles no cambian nunca de opinión». Y se fue a un mitin de Marine, donde confirmó que el Frente Nacional había pasado por una mutación y tenía un discurso de izquierdas. Se afilió y ya es candidata.

No es, desde luego, el primer caso. Ahí tenemos a Fabien Engelmann, ex dirigente de «Lucha Obrera», encabezando otra de las listas del Frente Nacional en la misma región del Mosela.

Ejemplos que confirman lo ya sabido: la extrema derecha francesa se nutre en buena parte de ese voto obrero que, hace apenas dos décadas, votaba comunista. Son los «olvidados» de la nueva Francia; los que perdieron sus empleos en la reconversión industrial y los que, ahora mismo, van al paro por la deslocalización de las empresas; los que han visto sus viejos barrios transformarse en «medinas» por la presión, lógica e inevitable, de la inmigración norteafricana. Son, en definitiva, los que han sufrido las consecuencias negativas de la globalización, sin obtener ventaja alguna.

Y Marine les dice exactamente lo que quieren oír. Les habla del modelo argentino, de Brasil; de cómo con un «proteccionismo inteligente» volverá a reverdecer el tejido industrial de Francia. De que con «leyes justas», sus calles dejarán de oler a curri y menta...

Les recuerda «la grandeur» perdida en la asfixia burocrática de Bruselas. Y exhibe el espantajo de una «oligarquía financiera internacional» que con su latrocinio condena a sus hijos al subempleo y a la miseria.

En fin, nada que no se haya visto ya en esta vieja Europa.

Pero el mensaje funciona. Las últimas encuestas dan cuenta de un incremento de su expectativa de voto para la primera vuelta de las próximas elecciones presidenciales. Marine Le Pen, con un 21 por ciento de la intención de voto, está a sólo dos puntos por detrás de un Nicolas Sarkozy, acosado, a su vez, por el centrista Bayrou, que también sube en los sondeos.

Así las cosas – y dado que el candidato socialista, Hollande, tampoco despega en las encuestas y está por debajo del 30 por ciento en intención de voto–, los analistas no descartan una repetición del «efecto Le Pen» que, en las presidenciales de 2002, se coló en la segunda vuelta frente a Jacques Chirac. Aunque en aquella ocasión, el éxito de Jean-Marie, padre de Martine y fundador del Frente Nacional, se debió a la dispersión del voto de la izquierda.

Naturalmente, si es que Marine se presenta. A menos de tres meses de la cita, aún le falta que 200 alcaldes avalen su candidatura. Y no lo tiene fácil.

 

Ceremonia de graduación en la universidad de kabul
Tres jóvenes afganas posan para la posteridad tras obtener su licenciatura en Letras por la Universidad de Kabul. Los que tenemos ya una edad recordamos perfectamente que esta fotografía hubiera sido imposible en el Afganistán tiranizado por los talibanes. Que las mujeres, simplemente, no podían estudiar, ni trabajar, ni desvelar su rostro. Que a las niñas de doce años se las podía amputar los dedos por llevar las uñas pintadas. Que no había música, ni cine, ni libros. Que la brigada de «Promoción de la Virtud» podía flagelar a su antojo. Que 50.000 individuos armados mantenían bajo el terror a todo un país. Ahora, cuando se vislumbra la retirada, uno se pregunta si los afganos serán capaces de hacer frente a la amenaza de una nueva tiranía, o si esta foto volverá a ser sólo historia.