Cataluña
Cuando París fue una fiesta
Una exposición recupera el retrato conjunto que Opisso hizo de Wilde y Toulouse-Lautrec
BARCELONA- Hubo un tiempo en el que lo mejor de la creación artística pasaba por París. Pintores y escritores residían en la ciudad del Sena para dar rienda suelta a su creatividad. El catalán Ricard Opisso fue uno de los espectadores de excepción de ese momento, hecho que intentó reflejar en sus dibujos a la manera de crónica de un momento preciso en el arte. Una de esas piezas se expone estos días en la galería Francesc Mestre Art de Barcelona, dentro de una muestra dedicada al coleccionismo con obras de creadores como Grau Sala, Mir, Nonell o Sandalinas, aunque la de Opisso brilla con una luz especial.
Experiencia aprovechada
El joven Ricard Opisso, a punto de cumplir veintiún años, en 1901, dejó la Barcelona dels Quatre Gats por el París de la Belle Époque. Hasta allí ya habían viajado otros artistas catalanes o formados en Cataluña, como Manolo Hugué, Ricard Canals o Pablo Picasso. Opisso supo aprovechar aquella experiencia única y quiso empaparse de ese ambiente, una ocasión única para un dibujante de talento como él.
Existe un conocido artículo del escritor Ferran Canyameres en el que habla de aquel momento en la vida y obra de Opisso, apuntando que el artista «hizo una corta pero bien aprovechada estancia, puesto que se le abrieron las puertas de los grandes semanarios, en los cuales continuó colaborando una vez instalado de nuevo en Cataluña. De su viaje a París quiso extraer un resultado positivo, renunciando a luchar, como hicieron Picasso y otros. Las cosas inseguras no le atraían y aunque muchos los consideraran un hombre desordenado que le gustaba vivir a tontas y a locas, si lo conocieran a fondo se darían cuenta que es más bien lo contrario».
Para Opisso, París fue una manera de poder entrar en contacto con algunos de los grandes protagonistas de la historia cultural de ese momento. Por eso se paseó con sus lápices y sus cuadernos por cafés y establecimientos tan míticos como el Moulin de la Galette o el Moulin Rouge. De esta manera, por ejemplo, vió de cerca a Henri Toulouse-Lautrec, a quien le quedaba muy poco tiempo de vida. El catalán era un gran admirador de los dibujos del maestro francés y seguir ese rastro fue como una suerte de obsesión en la breve estancia parisina de 1901. Opisso lo retrató luego de memoria: solo, contemplando a los bailarines del Moulin Rouge, dibujando o sentado en un café con Zuloaga.
Sería en ese momento cuando a Opisso le hablaron de un viejo y cansado Oscar Wilde fallecido el año anterior. A la manera de un engaño, Opisso hizo una acuarela, hoy expuesta en Francesc Mestre Art, con la que podía demostrar que había sido testigo de un encuentro excepcional. Pero no fue así en la realidad.
- Dónde: Fancesc Mestre Art. C/Enric Granados, 28.
- Cuándo: Desde el 19 de enero.
- Cuánto: Entrada gratuita.
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