Catolicismo
«Al fin la esperanza» por cardenal Ricard Mª CARLES
Dadas las fracturas políticas, morales, económicas, en el concepto de matrimonio y familia y tantos otros ámbitos, el ciudadano puede tener la tentación de pensar que nada puede hacerse para mejorar el ambiente, y caer en la postura de vivir «sufriendo la historia», sin sentirse llamado a «cambiar la historia». En todo ello influye la irreligiosidad, pues la idea de la inmortalidad es la fuente de la verdad y de la rectitud de conciencia. La esencia del sentimiento religioso escapa a todos los razonamientos que quisieran hundirlo, ninguna forma de ateísmo lo afecta. La razón profunda de que podamos tener fe es el anhelo incoercible del alma hecha a imagen de Dios.Aun cuando pudiera parecernos que nuestra oración, nuestro anhelo de obrar como Cristo para llevar a otros a le fe son inútiles, hemos de recordar las palabras evangélicas: «El grano, caído en la tierra, no muere; pero si muere, da mucho fruto». Tenemos la esperanza de que nuestra vida realiza el milagro de que alguien pase de la vida natural a la vida según el espíritu, es decir, creer en la inmortalidad, esperar la resurrección.-¡Karamazov! Grita Kelia. ¿Es verdad lo que dice la religión, que nosotros resucitaremos de entre los muertos, que nos volveremos a ver los unos a los otros, todos? –Seguro, respondió Aliucha, resucitaremos, nos volveremos a ver. - ¡Oh, qué bueno será! – dijo Kelia. Con este cántico de esperanza concluye «Los hermanos Karamazov», terminada por Dostoievski el mismo año de su muerte.
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