Artistas

Los artesanos el corazón del Real

Coincidiendo con el 15º aniversario de su reapertura, el Teatro Real homenajea en una muestra a sus «otros genios»

La réplica del Packard Lebaron 1930 que se hizo para «Don Giovanni» en 2005
La réplica del Packard Lebaron 1930 que se hizo para «Don Giovanni» en 2005larazon

Madrid- En el 15º aniversario desde su reapertura, el Teatro Real quiere rendir homenaje a sus otros genios, los anónimos. Aquellos que no se llevan los aplausos del público pero sin los que serían impensables los grandes estrenos que lo han consolidado como uno de los escenarios europeos imprescindibles. Por ello, y porque como reconoce su director, Gerard Mortier, «los artistas sin los artesanos no existen», los madrileños y los turistas que lo deseen podrán conocer hasta el próximo mes de enero en esta muestra –«Los otros artistas del Teatro Real»– qué es lo que se cuece en los talleres antes del estreno de cada ópera: maquetas de decorados, bocetos de figurines, trajes, pelucas y piezas que han conformado la escenografía de célebres producciones.

Álvaro Aguado, como responsable de Utilería del Real, es uno de esos «artesanos». «Tenemos que hacer tangible lo que el escenógrafo quiere recrear. A nosotros nos dan el concepto y tenemos que interpretar y conseguir que el público se lo crea. No podemos hacer algo falso, todo se tiene que integrar con la música y el drama», subraya Aguado mientras recorre algunas de las obras que han salido de sus manos y de su cabeza. Por ejemplo, la réplica del Packard Lebaron 1930 que se construyó para el «Don Giovanni» de 2005. El coche ocupa ahora el centro del foyer del teatro. Está cuidado hasta el más mínimo detalle, incluso en su interior, y como curiosidad, el jefe de Utilería explica cómo hubo que escalarlo –es una reproducción a una escala de 0,8 del original– porque debía realizar un giro que las dimensiones del escenario no le permitían. A lo largo de su ya dilatada trayectoria en el Real, Álvaro Aguado recuerda la «Aída» de Hugo de Ana, en 1998, como el reto más costoso de llevar a cabo, ya que «absolutamente todo» tuvo que hacerse desde allí: «Es la "Aída"que hubiera soñado Verdi».

Una de las piezas que más impactan en la muestra es la reproducción del cadáver de Séneca que este mismo año se empleó para «Poppea e Nerone». Carlos del Tronco, del taller de Utilería y creador de la escultura, se enfrentó en su elaboración a uno de los retos de su carrera: «El cantante tenía que cantar delante de su cadáver». Ello obligaba a que la reproducción fuera exacta. Hubo que sacar moldes del rostro del actor y elaborar todo con la silicona que se emplea para las piernas protésicas. Tras un mes y medio, el trabajo estaba concluido: «Al principio al actor no le gustó ver su cadáver, pero después hasta se hizo fotos con él», confiesa Del Tronco, autor también de otras piezas de la muestra, como por ejemplo la máscara de la protagonista de «The Death and Life of Marina Abramovic».

En tiempos de crisis como los actuales, estos talleres se hacen más necesarios que nunca, ya que encargar fuera el trabajo que se realiza allí multiplicaría los costes y haría inviables algunas producciones. Rosa Caballero, como jefa de Caracterización, lo sabe bien: «A lo largo de estos 15 años hemos logrado consolidar un gran almacén de pelucas y de postizos. Somos un departamento autosuficiente y ya no alquilamos». Y es que el coste de una peluca puede incluso llegar a superar los 1.000 euros. Plácido Domingo, como muchos otros artistas, tiene en el Real almacenadas varias pelucas personalizadas que ha utilizado en sus actuaciones.

Y aunque es verdad que la crisis ha modificado la forma de trabajar, el jefe de Sastrería del Teatro Real, Ovidio Ceñera, sostiene que, incluso en tiempos de bonanza, «se procuraba gastar lo mínimo». En el caso de «Boris Godunov», estrenado en septiembre, Ceñera reconoce haber recurrido a tiendas de segunda mano. Pese a ello, asegura que la calidad del resultado no se resiente en absoluto y es perfectamente creíble: «Es como una ensaladilla rusa que nos gusta a todos».

Dentro de la muestra, Ceñera presume con orgullo de la «alta costura» que se hace en su taller, desde el vestido de la Molinera –que fue el primero del Real y contó con Picasso como figurinista– hasta el atuendo que Jesús del Pozo confeccionó para la ópera «Carmen». Se trata de una pequeña muestra de una colección tan gigantesca que no es posible seguir almacenándola en el Real. De hecho, más de 8.000 prendas y más de 3.000 pares de zapatos se guardan en naves de Arganda.

Una invasión de atrezzo
La exposición «Los otros artistas del Teatro Real» se encuentra repartida por las instalaciones del coliseo madrileño. La primera parte está dedicada al entorno de trabajo de los artesanos con decorados y algunas de sus herramientas. En la segunda, diseminada por las seis plantas del Real, se puede contemplar obras maestras como el carruaje de «Les contes d'Hoffmann», el caballo de «Tancredi» o los Faraones y diosas de «Aída».