Sevilla

Eugenia Jacobo Inka y Matilde no irán a la boda

La hija de la Duquesa ha contraído la varicela y tiene fiebre muy alta. El conde de Siruela ha pretextado un «viaje ineludible»

Alfonso Díez, ayer, junto al hotel Eme
Alfonso Díez, ayer, junto al hotel Emelarazon

Era lo que se temía. Todos desconfiaban de la presencia de Matilde Solís –ex cuñada de Carmen Tello en sus tiempos como perfecta marquesa de Valencina– en la boda de la Duquesa de Alba. Lo de su hijo Jacobo Siruela estaba por ver y, como disculpa por su no asistencia ha pretextado «un viaje imprescindible» que es una argucia muy recurrente en ocasiones desagradables. El conde siempre fue favorecido por la prodigalidad materna, Cayetana no dejó de ayudarle económicamente desde que creó la editorial y perdió montando un gimnasio público en su casa, en la que María Eugenia Fernández de Castro se rompió los cuernos (simple metáfora, nada que ver con la armonía casera de aquel momento). Sus protestas debido al disgusto y su rabieta por el reparto de la herencia de su madre no tenían lugar aunque aspirase a heredar la hermosa casa-palacio de San Sebastián que Cayetana recibió de Luis Martínez de Irujo, su primer marido. Lo sorprendente ha sido lo de Eugenia, quien no podrá asistir al enlace al haber contraído varicela, que le ha ocasionado una fiebre alta, según confirmó en la tarde de ayer a Efe un portavoz de la Casa de Alba.

El motivo de la inasistencia de la ex duquesa de Huéscar, Mati Solís, es que apenas se deja ver en eventos hispalenses. No sale, no brilla y prefiere una opacidad discreta y sin relumbrón que siempre añoró en sus tiempos como duquesa casada con Carlos Huéscar. El resto de ex –casi una maldición dinástica– no dejarán de estar presente este mediodía. La ex condesa de Siruela lucirá uno de los trajes vietnamitas que importa para su tienda de Comillas. Es rojo guinda, mientras María Hohenlohe mezcla en el suyo rojos y rosas. Las dos llegarán en coche de caballos para darle aire al tocado en plumas que engrandencerá a las «siruelas».Ya usó uno similar en seda salvaje cuando recientemente casó a su hijo en Liria. Lo mismo sucede con Genoveva Casanova, muy cercana a Cayetana, aunque sin la afinididad que la une con la Fernández de Castro que es para ella «una compañera única de viajes exóticos».

No habrá demanda
Cayetana no piensa realizar ninguna acción contra «Interviú» por su reportaje –aquí anunciado en exclusiva– de hace treinta años. En contra de lo pensado, quizá precipitadamente, no es el que «¡Hola!» compró para que Antonio Sánchez-Junco lo archivara en un cajón en el que amontonaba fotos tan relevantes como el magnífico desnudo ducal hoy algo corregido tras oportunos retoques a fin de no levantar mayor provocación. Ofrece a una Cayetana en plenitud, con magnífico pecho y vientre tan plano como en este momento. Nadie de los íntimos se lo ha comentado y ella opta por una indiferencia absoluta. «Aunque en el fondo no le habrá importado mucho», me asegura una persona de su círculo que conoce el paño y cómo Antonio Asensio la adquirió para quitarla de en medio.

Una cena para hablar del tiempo
En la noche del lunes hubo una cena familiar a la que asisitieron Alfonso y los tres hermanos que concurren al enlace, además de su tía abuela nonagenaria. Lo hicieron tras reunirse a media tarde con Cayetana en Dueñas. En la cena no predominó el aire chispeante de las dos comidas precedentes con fuerzas vivas o gente de confianza. Imperó el formalismo casi adusto con muchas referencias al buen tiempo sevillano con altísimas temperaturas –un modo de evitar centrarse en lo de hoy y sus consecuencias– con y palabras contenidas de invitados agradecidos.

Alfonso y su gente han dormido en el Hotel Eme tan inmediato a la calle Gandesa donde los Luchino tienen su casa en la que compondrán la arrogancia tan sencilla de la amadrinadora Carmen Tello. Al novio le parece una tontería haber tenido que pernoctar fuera de Dueñas. Pero así se lo recomendaron para guardar apariencias de veinteañeros. Ya desalojó la casita, especie de chalé para invitados dentro de Dueñas, con dos dormitorios y baños anexos, y ahora dispondrá de cuartos propios dentro del palacio en el que madura el limonero como este enlace que nos proporciona tanto juego informativo. Porque para sequedad y desplante, los de Siruela, al que su madre entiende y justifica porque le conoce como nadie.


Novio a la fuga...
Como si de una celebridad se tratase, Alfonso Díez tuvo que esquivar a los fans y a los medios congregados a la puerta del Hotel Eme de Sevilla para poder acceder a la habitación en la que pasará su última noche de soltero. Mientras, los invitados a la gran boda comenzaban a llegar a la ciudad. En el aeropuerto desembarcaron por la tarde María Eugenia Fernández de Castro, la ex mujer de Jacobo Siruela y gran amiga de Cayetana, y algunos de los familiares del novio. A Rocío Martín, sobrina del funcionario, se la pudo ver tras los cristales de un coche acompañada de su hijo y de su marido, el jinete Felipe Zuleta, que es, además, un gran amigo de la Infanta Elena. Con ellos también llegaba a Sevilla la madre de Rocío y hermana del futuro Duque de Alba, Begoña Díez.
 

...Y Sevilla paralizada
Estos días más que nunca, Sevilla tiene un color especial. La tercera boda de la Duquesa de Alba es el gran acontecimiento social del año y sus efectos comienzan a notarse: no sólo ha conseguido paralizar algunas de las principales vías de la ciudad sino que, además, ha movilizado a sus admiradores a las puertas del Palacio de Dueñas. Allí, los empleados trabajan contrarreloj para tener todo a punto. Los ramos y centros de flores ya decoran el interior de la capilla y las sillas también han llegado. Hasta la Policía municipal está interviniendo en los preparativos de la boda y se han colocado vallas alrededor de la zona próxima a la entrada de la vivienda de los Alba para impedir que los curiosos se agazapen a sus puertas y entorpezcan el paso de los invitados.