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Ortega Cano ante su «toro más difícil»

Ortega Cano, a su salida del hospital
Ortega Cano, a su salida del hospitallarazon

Postrado en una silla de ruedas, con el pie izquierdo, escayolado, y alguna que otra magulladura visible repartida por su cuerpo. En pantalón de chándal y camiseta de apariencia juvenil. Con buen semblante, pero el pelo, cano, sin tinte. Y emocionado, visiblemente emocionado. Así abandonó ayer el Hospital Virgen Macarena de Sevilla José Ortega Cano tras recibir el alta hospitalaria. Atrás queda ya el mes y medio largo que el torero ha permanecido ingresado después del mortal accidente de tráfico sufrido el pasado 28 de mayo en Castilblanco de los Arroyos (Sevilla) y que le costó la vida al ocupante del vehículo con el que colisionó: Carlos Parra.

Rebasaba ya el reloj las dos y media de la tarde cuando Ortega Cano asomó por la rampa de salida del centro sanitario. Junto a él, a su alrededor, el equipo médico que lo atendió en estas largas semanas. Del otro lado, aguardando, más de medio centenar de periodistas a los que el diestro de Cartagena quiso agradecer su atención e interés durante la convalecencia.

«Quiero mostrar mi gratitud a los médicos, desde el traumatólogo a los enfermeros, a todo el equipo del hospital que me ha ayudado tanto con un corazón grandísimo, así como a los medios de comunicación y, sobre todo, a la afición y a la gente de mi mundo, el del toro, porque muchísimos toreros me han apoyado y todos me han hecho sentir que no me he retirado aún, que sólo he sufrido una cornada fuerte del toro más difícil», explicó.

Una voltereta complicada, efectivamente, puesto que, superada la fase crítica de su recuperación y salvada su vida, Ortega Cano afronta una larga rehabilitación en manos de los fisioterapeutas en la que, además, deberá lidiar con el proceso judicial que determinará las consecuencias de áquel fatídico impacto nocturno en el kilómetro 28 de la carretera A-8002. Y es que la posible acusación por «homicidio involuntario» al confirmar recientemente el Instituto Nacional de Toxicología que conducía con una tasa de 1,26 gramos de alcohol en sangre, cuando el máximo permitido es de 0,5 gramos, oscurecería el futuro de sus próximos años con penas que podrían, incluso, llevar consigo desde la cárcel hasta sanciones económicas y la retirada del permiso de conducción.

Consciente desde hace exactamente una semana de las mortales consecuencias del siniestro, Ortega Cano se mostró visiblemente emocionado al aludir con unas escuetas, pero sentidas, palabras a Carlos Parra. «Que Dios lo tenga en buen lugar en su gloria, siento enormemente la desgracia de este accidente y doy mi más sentido pésame a la familia del fallecido, para mí, es un palo muy grande», afirmó afectado antes de reconocer sentirse «dolorido y con pocas fuerzas».

En este sentido, Ortega Cano recordó que, a lo largo de su vida, «ha sufrido «muchas cornadas y muy fuertes». «Es la tercera vez que me dan la extrema unción en un hospital», recalcó. Asimismo, elogió tanto la figura de su hermano, ejemplo de «cariño auténtico día y noche», como de sus dos hijos que «con la edad que tienen, han demostrado un cambio muy grande y una madurez» que no esperaba.