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Jessica saca partido a su relación con Kiko por Jesús Mariñas
La lanzaban como la gran primera boda del año próximo, fijada para primeros de enero, y un aborto les privó de tal felicidad casamentera. El incidente de la nueva novia de Paquirrín nubló lo que vendían como un flechazo y enamoramiento de película americana. Un traspiés al que luego le siguió la tristeza compartida de una casi hundida Isabel Pantoja, que ansía convertirse en radiante abuela. Ya parecen haber superado la depresión, son jóvenes al fin, y mañana Jessica Bueno quizá sorprenda –y acaso escandalice– prestándose a mantener el tirón y conseguir un aguinaldo extra al posar para una firma de ropa nupcial que no es Rosa Clará ni tampoco Pronovias, que tiene a Tamara Falcó como icono compartido con otras marcas. Por cierto, la familia Preysler parece estar inmersa en una gira recaudadora en la que se apunta hasta Charisse, quien, se supone, es todavía la novia de un Julio José que sigue anunciando su boda, aunque nunca parece llegar. Es un filón como podría serlo la pena bien comercializada de Kiko y Jessica. La cosa sólo está empezando y es que las penas con pan –o promoción– siempre son menos.
El contrapunto elegante a todas estas historias lo marcó la subasta de capones, ya tradicional, que el lunes se celebró en un atestado Hotel Ritz, engalonado como pocas veces lo vimos. Allí, todos felices, desde Esperanza Aguirre hasta Pilar Medina Sidonia, que ponía caras a cuantos le preguntaban por qué su hermano mayor le quitó el ducado de Fernandina. Fue un improvisado mercadillo de pascua gracias al desprendimiento del cálido Francisco Rodríguez, experto en aves que cedió sus productos Cascajares, que cedió sus productos, entre los que se incluían cochinillos, pulardas y demás carnes navideñas. En el evento también colaboró la fundación de Alicia Koplowitz y recaudaron casi 50.000 euros con la subasta de los lotes –entre los que también se encontraba un cuadro del caricaturista Barca–, destinados a la Fundación Prodis, que se dedica a financiar becas de estudios para discapacitados intelectuales.
Entre los asistentes estuvieron Elena Tablada con sus tíos Rafa Lozano y la luminosa Vivian. También Lucía Dominguín con su hija Jara, que ya tiene 21 años. Begoña Trapote impactó con su bolso «mini Kelly» gris –que no es tan opulento como el Birkin–, y su marido, Pedro, comentó al embajador francés, Bruno Delaye, que estaba mejor de su caída doméstica. Flavia Hohenlohe, directora de Sothebey's, compartió la reñida venta –1.800 euros por pieza, partiendo de 200– y Jorge Fernández comentó a la presidenta de Madrid que «pasaré la Navidad con los niños, luego ya veremos». Aguirre estaba radiante vestida con un terciopelo tirolés de un verde musgo propio de un Nacimiento, según anotó Josemi ante Michi Primo de Rivera. En otro corrillo, Lola Herrera contaba ante Inés Marinero que ya había firmado el cuarto spot con la firma de yogures a la que presta su imagen mientras bate récords en el Teatro La Latina.
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