Sarkozy firme pese a la presión de la calle

Es la «madre» de las reformas del mandato de Nicolas Sarkozy. De su éxito depende además la credibilidad reformadora del presidente francés, que no está dispuesto a renunciar pese a la presión de la calle. Y la de ayer fue intensa. Entre un millón y dos millones y medio de manifestantes en toda Francia para protestar contra este proyecto que retrasará la edad legal de jubilación de los 60 años actuales a los 62 progresivamente de aquí a 2018 y que también ayer empezaron a examinar los diputados. El seguimiento de la huelga fue algo superior a la del 24 de junio. En el de metro (22% de seguimiento) la jornada fue menos caótica gracias a los servicios mínimos. De no tomarse las medidas anunciadas, el déficit del sistema de jubilaciones aumentará a razón de 40.000 millones de euros anuales a partir de 2015.

Por eso, Sarkozy pidió «firmeza» a sus tropas en lo que atañe a lo «esencia de la reforma» al tiempo que abrió la puerta a ciertas concesiones sobre aspectos secundarios como mantener los 60 años a los trabajadores con empleos más duros o quienes cuenten con una dilatada vida laboral si empezaron a trabajar antes de los dieciocho. Retoques, sin duda, insuficientes para los principales líderes sindicales que, engrandecidos por el éxito de movilización – superior al del pasado 24 de junio –, esperan ahora, como el Partido Socialista y la oposición de izquierdas, que el Elíseo y el piloto de esta reforma, el debilitado ministro de Trabajo Eric Woerth, enfrascado en el escándalo Bettencourt, muevan ficha. Y como parece difícil que Sarkozy abandone o modifique profundamente su reforma clave, las centrales, que la consideran «injusta», prevén ya intensificar el pulso al Gobierno con más huelgas como la de ayer que aunque no paralizó el país tuvo un importante seguimiento en el sector público afectando a los transportes y la educación.