Nueva York

El color del dinero por Martín Prieto

Tenemos que aprovechar este momento para que el dinero se trabaje de otra manera, con menos trampas y más transparencia. Aunque el color del dinero siempre será sucio 

El color del dinero por Martín Prieto
El color del dinero por Martín Prietolarazon

Tras la implosión de Barclays, que involucra al Banco de Inglaterra, ya no estamos solos en esta feria de las trapacerías financieras. Cuentan los chuscos que durante la última cumbre europea, Rajoy y Monti mantuvieron impávidos su órdago hasta las cinco de la madrugada, momento en que aprovecharon una cabezada de Angela Merkel para imponer su tesis. Desde que dijo Cicerone que con dinero todo se puede hacer, no han variado los criterios y poco diferencia al JP Morgan de las mesas de dinero medievales en las juderías. Tomamos a broma a los islandeses llevando a juicio a los banqueros que se llevaron el dinero al Reino Unido y Holanda, y al ex presidente que miró para otro lado, pero han sido pioneros de lo que debería ser una nueva moral financiera.

Entre nosotros, la banca siempre ha procurado mantener exquisitas relaciones con los gobiernos, condonando sus deudas, y los gobernantes siempre se han encamado con las grandes finanzas hasta llegar al contubernio. Seguiremos en recesión hasta que vuelvan a abrirse las ventanillas del crédito. Miguel Martín, jefe de la patronal bancaria, afirma que no habrá financiación hasta 2015. Eso con rescate bancario y un horizonte de seis millones de parados no lo resiste ni Cáritas. Ya escribía Benjamin Franklin que si deseas saber lo que vale el dinero, pide un préstamo, porque el que va en busca de un empréstito va en busca de aflicciones. Añade Martín que «en la banca hemos pecado pero pagamos penitencia». Serán los impositores, los clientes y los accionistas. Ni Franco, que vivió pufos financieros, dejó que la Justicia condenara a un banquero y si alguno pasó por las horcas caudinas fue indultado graciosamente.

La Audiencia Nacional ha citado como imputados a 33 responsables de Bankia, empezando por Rodrigo Rato. Yo no creo que Rato se haya llevado un euro a su casa (no le hace falta), pero es posible que se haya reservado información sobre el monstruo del doctor Frankestein que creó con los cadáveres desembrados de unas cajas más politizadas que la Carrera de San Jerónimo. PP, PSOE y hasta Izquierda Unida no tienen intereses en una banca pública y sanear las finanzas privadas es imprescindible porque supone ordenar el caos. Se equivocan las pancartas que contraponen las ayudas a la banca con los recortes sociales. Si se hundiera el aparato financiero, no tendríamos más que crujir de dientes. Y a la desprolijidad de tantos bancos y cajas hay que sumar el autismo del Banco de España y de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, a quienes también habría que pedir ajustadas cuentas.

Proveer los agujeros financieros, crear bancos malos, despolitizar y desindicalizar el flujo del dinero no será suficiente: hay que utilizar esta endiablada coyuntura para trabajar el dinero de otra forma, con otras reglas, más control, ética y moral, menos trampas y más transparencia. El día que un financista se pegue un tiro porque no le cuadran los balances, habremos invertido la situación. Aunque siempre el color del dinero será sucio.

Mujeres dotadas
El sistema de colocación internacional de los excedentes políticos españoles consiste en dotar con millones de euros al organismo mundial en cuestión para que acoja a cualquier zote de desecho. Costó cien millones que admitieran a Bibí Aido como funcionaria sin calificación en la agencia femenina de las Naciones Unidas. La ex presidenta chilena, Bachelet, no la quería ni para llevar cafés, pero se rindió ante la dote de la Juana de Arco de la igualdad y de los nasciturus que no son humanos. En Nueva York recala la ex ministra de Sanidad y preboste de su partido, Leire Pajín, con 70 millones de euros para la organización de sanidad interamericana. Dos solteras con dote laboral de altos vuelos. Cuando Pajín entró al Congreso como diputada más joven, parecía normal. Luego vino lo del acontecimiento planetario del encuentro entre Zapatero y Obama y aquellas cosas definitorias como «¡a ver si una ministra no puede nombrar a quien le salga de los cojones!». Lo malo de esta dote, de esta sinecura, es que volverá cuando el PSOE salga de las tinieblas. A estas les pagamos el empleo en Manhattan para que dejen de insultar a nuestra inteligencia.