Ciencia y Tecnología
Lo íntimo y lo privado
En plena crisis económica, nos olvidamos que seguimos inmersos en la ya casi cuarta revolución industrial que nos está imponiendo la moderna sociedad del conocimiento, determinada por la red y la informática, en un proceso de globalización. Esto nos oblica a adaptaciones legislativas, que todavía ni se han afrontado, y que urge su desarrollo cuanto antes. El ciberespacio es un microcosmos digital en el que no existen fronteras ni distancias, ni por supuesto, autoridad centralizada. Hace años la posible violación de la privacidad estaba estaba limitada a los los sofisticados servicios de inteligencia, los cuales podrían escudriñar los secretos mejores guardados de los gobiernos y de las personas. Hoy en día, la tecnología ha posibilitado un progreso en los sistemas de procesamiento de datos con rapidez, capacidad y versatilidad para su uso, al alcance de casi cualquiera. Puede enviarse y recibirse todo tipo de información a través de Internet, y a un más se pone a disposición pública a través de bases de datos de dominio público y privado, las cuales son objeto de permanentes ataques informáticos, poniendo en riesgo información personal. Hoy está casi todo en internet, creando un mundo virtual paralelo, que siendo extremadamente eficaz para este mundo moderno, pone en peligro la privacidad a través del uso y abuso de los datos personales. Hoy resulta extraordinariamente sencillo acceder a datos personales con el nombre, apellidos, domicilio, teléfono, fax, dirección de correo electrónico o estado civil que, pudiendo parecer inocuos, al cruzarlos con los hábitos de consumo o al tratarlos con programas «datamining» –dedicados a buscar información sensible escondida dentro de bases de datos– nos proporcionan el entrecruzamiento como haces de luz, una silueta virtual perfecta que refleja lo más íntimo del potencial del ser humano. Pero y además, es que hoy está surgiendo a través de programas de televisión y de personajes que pululan por los mismos, un absoluto desprecio a la privacidad y a la intimidad, que habida cuenta sus audiencias, pueden estar generando una cultura contraria al respeto de aquellos derechos, tan necesario en este nuevo mundo, donde la información fluye a la velocidad del nuevo neutrino, que bien podría darle apodo a alguno de estos personajes. Privacidad e intimidad se presentan como un concepto similar, y no lo son, puesto que establecen diferentes grados de intimidad, una de tipo absoluta y otra de índole relativa. Todo lo íntimo es necesariamente privado, pero no todo lo privado es necesariamente íntimo. La privacidad es un derecho más amplio que la intimidad, que tiene el individuo de permanecer aislado, de permanecer solo, y no ser arrastrado a la publicidad. Su respeto debería ser la guía de la actuaciones en internet, y en los referidos programas de televisión; este debido respeto a la privacidad requiere que todo lo que se le confía a otra persona como intimo en todo caso, y como privado en la mayoría, no pueda nunca ser revelado, sin el permiso del afectado, y si lo fuere, que tuviera la consecuente sanción; estos no es más que el concepto de intimidad y privacidad compartida, todo individuo que confía en otra persona lo íntimo y lo privado tiene que estar protegido frente a la misma y a su indiscreción, la cual por el hecho de compartir esta privacidad no puede revelarlo, solo que se tratara de una actividad delictiva o prohibida por el ordenamiento jurídico. La preocupación cada vez mayor de la personas por la pérdida de su privacidad y por los nuevos riesgos que esta tiene bajo el contexto de la sociedad de la información, resulta paradójicamente incompatible con el contenido de este tipo de programas. La necesidad de las personas de poder controlar el uso que se hace de su información personal es algo imperioso, y ello obviamente sin ahogar la actividad comercial de Internet, y la libertad de expresión de los medios de comunicación. Rousseau propuso la creación de un estado paternalista que se ocupase de las necesidades vitales del ser humano, y abandonó a sus cinco hijos en diferentes orfanatos; Marx nunca pagó el sueldo a su fiel criada, amén de sus presuntas relaciones, ¿alguien se imagina estas noticia relacionas con estos personajes siendo comunicadas en tiempo real por internet o un programa de televisión en aquellos momentos? Han cambiado muchos los tiempos, hoy un simple rumor, por más alejado que esté de la verdad, puede acabar con la credibilidad de cualquier persona, le puede hacer un daño irreparable, y parece que algunos se han instalado en la frase «todo por el espectáculo». A esto se le añade un grupo de llamados periodistas que abusando de sus medios, hacen juicios de valor sobre personas con total impunidad y desvergonzura; todo esto requiere una adecuada regulación que haga compatible el uso de la red, la libertad de expresión, el derecho a trasmitir información, también la libertad de opinión, con el debido respeto a la intimidad y también a la privacidad.
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