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Ruth Ortiz: «José Bretón sabe que no ha perdido a mis hijos»
La madre de Ruth y José da la cara tres meses después de la desaparición para culpar a su marido
Un pañuelo verde, símbolo de la esperanza, rodea el cuello de Ruth Ortiz. Por primera vez se enfrenta a un acto público. Minutos antes de que el reloj del Bulevar Gran Capitán de Córdoba marque las cinco de la tarde, aparece en la cabecera de una gran pancarta: «¡Basta ya de torturarlos! Por el derecho a una infancia feliz».
Lleva más de 90 días sin abrazar a sus hijos y su gesto, a pesar de ocultarse bajo unas gafas oscuras, muestra su sufrimiento. Se encuentra en un estado incalificable. «No sé decirte cómo está. No existe una palabra que refleje su estado. Ella sigue viviendo, pero le han arrebatado su alma», explica una de sus compañeras de trabajo. Además de un autobús, más de cincuenta personas han viajado en coches desde Huelva para acompañarla en este calvario.
Ruth Ortiz es una mujer menuda, «tímida, cariñosa, responsable y muy buena madre», subraya Ana, otro de sus apoyos. Después de tres meses de sufrimiento y de inquietud por el paradero de sus hijos ha podido reunir las fuerzas necesarias para enfrentarse a una decena de cámaras y otros tantos redactores, que se peleaban por grabar sus primeras declaraciones.
La portavoz de la familia y su gran apoyo durante todo este tiempo, Esther Chaves, no soltó la mano de Ruth en ningún momento. Ella le transmitía seguridad y le daba la entereza que necesitaba, al igual que dos de sus hermanos que, también ocultos detrás de unas gafas de sol, sujetaron su espalda durante los treinta minutos que duró la concentración, a la que acudieron más 300 de personas para reclamar la liberación de Ruth y José: amigos de la familia, vecinos y gente que se incorporó a la marcha en el último momento, además de los alcaldes de Córdoba y Huelva. Es el caso de Ofelia, que «estaba dando un paseo por el centro y cuando he visto los carteles me he unido inmediatamente».
Son las 17:30 horas, Ruth coge aire y se quita las gafas. Está lista para hablar. Tiene algo muy importante que transmitir: «Quiero decir bien claro que voy a luchar por mis hijos y que voy a averiguar qué paso el 8 de octubre».
Los periodistas intentan hacerse un hueco lo más cerca posible y comienzan a saltar los flashes. Ruth se detiene, se siente agobiada. Los asistentes a la marcha rompen el silencio con aplausos. Dos minutos después, retoma la palabra: «Todo el mundo que conoce a José Bretón sabe que él no ha perdido a mis niños, y a los que no lo conocen se lo digo yo», explica sin pausa.
Ninguno de los familiares de Bretón está presente en la concentración. «La familia, igual que yo, sabe que es el responsable», concluye la madre de los dos menores desaparecidos.
Ruth termina y busca una escapada rápida. Mira a su alrededor buscando una cara amiga. Los medios de comunicación la abordan pero logra huir escoltada por su familia. «¡No la sigáis, por favor!», reclama Esther Chaves. Ella sabe mejor que nadie la tortura a la que está sometida desde hace tres meses.
Recuperar la normalidad
No sólo vive sin saber dónde están sus hijos, sino que también soporta una gran presión mediática. María Luisa la conoce desde 2007, cuando comenzó a compartir horas de trabajo con ella: «No había motivos para esta desaparición y, por eso, ella hace todo lo posible por moverse», afirma. Va al trabajo siempre que puede, pero, incluso allí, tiene cámaras de televisión durante todo el día haciendo guardia. «La semana pasada tuvo que salir para ir a una pegada de carteles en Portugal y no pudo hacerlo por la puerta principal. La tuvo que acompañar una compañera por otra salida trasera», explica emocionada.
Ruth desaparece entre la multitud. «¡Campeona!», se escucha entre los asistentes. Chaves retoma el protagonismo y le pide a José Bretón que diga dónde están sus hijos: «Son tres meses sin ellos y ha pasado una Navidad. Todos teníamos un rayito de esperanza y creíamos que el día de Reyes iban a aparecer los niños».
Chaves explica que estas fiestas han sido muy difíciles, no sólo para Ruth, sino también para los niños: «Nos han preguntado por qué, si los Reyes son magos, no han traído a sus primos». «Ya está bien», reivindica Chaves.
La familia está muy cansada. Obdulia, la abuela materna, es joven pero esta desaparición la está consumiendo. «Son sus únicos nietos, y ella se ha convertido en el mayor apoyo de Ruth», explica a LA RAZÓN María Luisa. Tanto ella como su entorno mantienen que la relación de Ruth y José no era mala. «No era ni violenta ni traumática», afirma. Sin embargo, Carmen León, portavoz de una asociación de mujeres de la ciudad andaluza, puntualiza: «Ella acababa de iniciar el proceso (de separación) y ése es un punto peligroso».
«Ella necesita saber dónde están sus hijos, eso es lo que la mantiene. No tiene normalidad en su vida, intenta salir adelante, pero necesita una explicación», apunta Chaves. Por eso, desde que se internacionalizó la orden, la familia se ha puesto en contacto con varias asociaciones de diferentes países. Francia, Portugal, Argentina, la imagen de Ruth y José está recorriendo todo el mundo: «Sólo queremos que alguien nos de alguna pista. Que nos los devuelva el que los tenga retenidos», añadió Chaves.
«Si se hubiera despistado habría vuelto»
Después de tres meses, los medios pudieron captar la mirada de Ruth Ortiz. Sus hijos han heredado sus ojos, vivaces e inteligentes. Así también describen a la primogénita de José Bretón, de seis años. Una amiga de la familia destaca una madurez extraña para su edad: «La conozco desde que tiene dos años y si, como dice su padre, se hubiera despistado no habría tardado en darse cuenta», explica.
El padre, la única vía de investigación de la Policía
«Son tres meses sin ellos, sin permitir que una madre bese a sus hijos, ¿quién se cree tan importante como para privarle de ese derecho?», se preguntaba ayer la portavoz de la familia, Esther Chaves. Están convencidos de la culpabilidad del padre. Descartan que a los niños los hayan raptado. Quieren saber qué ha hecho Bretón con sus hijos. Por ello, han determinado que no van a realizar más concentraciones en el parque Cruz Conde, «allí no estuvieron los niños. Él no los perdió. Su padre tiene que explicar qué ha hecho con ellos». Ni la familia ni la Prensa tiene acceso a la investigación, bajo secreto de sumario, «pero la Policía sabe muy bien dónde tiene que buscar. La investigación siempre ha llevado el mismo rumbo», afirma María Luisa, compañera de Ruth. «Hemos respetado la presunción de inocencia de José, pero no ha sido capaz de explicar a su propia madre qué pasó», añade Chaves. Hoy se incorpora el juez del caso a su puesto de trabajo, pero hasta el próximo día 25 no se conocerán los últimos hallazgos.
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