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Eduardo Zúñiga melancolía rusa

Eduardo Zúñiga publica «Desde los bosques nevados», donde reúne sus reflexiones sobre la literatura de ese país 

Eduardo Zúñiga, melancolía rusa
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Es un libro que en realidad son dos: «El anillo de Pushkin» y «Las inciertas pasiones de Iván Turguénev». Bajo el título «Desde los bosques nevados» (Galaxia Gutenberg) se han reunido los textos que dan fe de la admiración que los autores rusos han despertado, desde una edad temprana, en Eduardo Zúñiga. Una fascinación precoz que empezó en la juventud y que ha seguido en la madurez con una fidelidad sin tachas. Su encuentro, como todos los grandes encuentros que timbran los recuerdos de la memoria, sucedió cuando salía de la infancia y se internada, a través de primeros tanteos y lecturas iniciáticas, por los pabellones de la adolescencia, una etapa siempre jalonada por las zozobras y las dudas.Los nuevos Tolstói«Era una obra de Turguénev, "Nido de nobles", una obra de adultos sobre problemas íntimos, amorosos y profesionales, y en el que ya aparecían las grandes decepciones –explica Zúñiga–. Todavía me pregunto por qué me fascinó a mí cuando solamente era un niño». Aquel relato prendió la mecha de una vocación por las letras eslavas y por una profesión, la escritura, que iría cultivando con los años, y que ahora, a través de este mismo sello editorial, se reeditará ahora, incluyendo algunos textos que todavía quedan inéditos.

«Pueden repetirse de nuevo los Tolstói y los Dostoyevski en Rusia. Es posible que aparezcan, porque se está produciendo una gran reconstrucción en este país del individuo. Hay una visión nueva. Hay escritores modestos que anuncian que pueden hace ya libros importantes. El siglo XXI está en manos de los novelistas rusos». Arropado por Luis Mateo Díez, escritor y miembro de la Real Academia Española, con el que mantuvo un diálogo y que subrayó que «éste es uno de los libros más bellos que se han publicado sobre otra literatura», Zúñiga recordó su pasión por la lengua rusa y por los personajes que jalonan la trayectoria de autores como Tolstói o Chéjov.

«En sus trabajos aparecen mujeres con las carecterísticas de hoy en día. En comparación con los hombres, a los que se retrata a veces como seres blandos, sin ninguna capacidad creativa, que tienden a lo autoritario y que responden a un perfil enfermizo, las protagonistas femeninas sufren en situaciones muy grandes y aspiran a conquistar su libertad. Lo curioso es que siempre salen decepcionadas de la experiencia que les depara el encuentro con ellos». Por estas páginas va apareciendo el panteón de autores rusos, sus novelas y los pensamientos que al hilo de sus lecturas ha tenido Zúñiga. «El impacto de la literatura es grande al inicio de la vida», aseguró. Sin embargo, desmintió la semejanza que algunos atribuyen a la literatura rusa y la española. «Estos autores están pegados a su época, tienen conciencia de lo que ocurre en su tiempo y comunican los problemas, pero no tienen nada que ver con la española, a pesar de ser dos culturas fronterizas».