Pensiones
Rumasa otra vez
Rumasa nuevamente en crisis. Pero la historia, dijo Marx, se repite la segunda vez como farsa, y ahora estamos asistiendo a una doble farsa: la maldad peculiar atribuida a las empresas y la mitificación del pasado. Ignoro qué sucederá con la Nueva Rumasa y también ignoro si allí ha habido mala suerte, mala gestión o directamente delitos. Lo que sí sé es que los problemas financieros no afectan sólo a Ruiz-Mateos, pero rápidamente serán aprovechados por los que siempre atacan a las empresas que no obtienen crédito, en el mejor de los casos, o que montan estafas piramidales, en el peor, y jamás observan que el Estado sí obtiene financiación, porque nos fuerza a pagar, y sí puede mantener durante décadas un sistema piramidal como las pensiones públicas, igual que el timo de Madoff pero al que jamás nadie se refiere en el mismo sentido. La otra farsa fue ilustrada por este titular de Público: «La Nueva Rumasa también se hunde». ¿Cómo que «también»? La antigua Rumasa no se hundió: fue expropiada por el Gobierno socialista de Felipe González en una maniobra detestable que costó una fortuna a los contribuyentes españoles y que abrió el camino para la seña de identidad del socialismo: la corrupción. Los socialistas presionaron nada menos que al Tribunal Constitucional para que validara la expropiación, cosa que hizo, para desgracia de su presidente, el pobre García Pelayo, y para descrédito perdurable de la institución.
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