Bilbao
Las trampas de ETA
Batasuna oficializa hoy su penúltimo intento de burlar la legalidad para poder concurrir en las próximas elecciones municipales y forales. Los proetarras presentarán en un acto público en Bilbao y registrarán el miércoles en el Ministerio del Interior los estatutos de un nuevo partido político.
Lo esencial no es lo que Batasuna pretenda para esa formación, sino la respuesta del Estado de Derecho ante el enésimo desafío. Es una buena noticia que el Gobierno y el PP se mantengan firmes en las condiciones inalterables, establecidas en la Ley de Partidos, a los sucedáneos de Batasuna para que puedan participar en la vida política. Y es positivo además que, según todos los indicios, las nuevas siglas de la vieja Batasuna parezcan condenadas a seguir los pasos de todas sus predecesoras.
En lo fundamental, más allá de una mera retórica tacticista contra la violencia, Batasuna no ha convencido con la nueva marca, porque no podía hacerlo. Quienes hoy se presentan en Bilbao son los mismos cabecillas proetarras de siempre, los mismos que han jaleado y justificado los asesinatos durante los últimos años. Un colectivo que ha sido incapaz de condenar el terrorismo y de repudiar a ETA, e incluso de exigir a la banda su desaparición, carece de credibilidad y legitimidad algunas.
Ellos saben, como sabemos los demócratas, que mientras los pistoleros se mantengan en sus puestos, el control de ese mundo será absoluto y que de paso los vascos no serán enteramente libres. Por esa razón, todo debe pasar por que ETA desaparezca, lo que ni ETA ni los batasunos desean de verdad.
Como era casi imposible que este nuevo partido prosperara, la sospecha es que se trata de un reclamo, una cortina de humo para ocultar las verdaderas intenciones de la banda. LA RAZÓN publica hoy que el Gobierno baraja la posibilidad de que ETA emita un nuevo comunicado que podría convertir la tregua en «indefinida e irreversible» antes de las municipales. Se trataría de alimentar un caldo de cultivo que pudiera allanar el camino a Batasuna. Otra vuelta de tuerca en la tregua trampa que, de alguna forma, constataría la trascendencia que tiene para la supervivencia de ese mundo que los proetarras vuelvan a las instituciones.
Las palabras no están ni pueden estar por encima de los hechos. Y sería muy grave que los demócratas se prestaran de alguna forma al juego de ETA. Como temen las víctimas del terrorismo, no se puede descartar que sectores del PSOE defiendan la opción de permitir esa presencia en las urnas. Queremos pensar, no obstante, que el Gobierno se mantendrá firme en la defensa de la legalidad y que no se prestará a contubernio alguno.
Las condiciones están muy claras y no admiten lecturas sesgadas. Con ETA presente y viva, su entramado no puede beneficiarse de una legalización fraudulenta. Para la democracia resulta esencial que los etarras o sus acólitos estén fuera de las instituciones y prosiga el proceso que debe acabar con su derrota final en un escenario con vencedores y vencidos. La actual política antiterrorista ha demostrado su eficacia, y mantenerla debe ser una cuestión de Estado para los grupos políticos, sin espacio para las componendas ni los falsos atajos.
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