África

Asturias

Llevamos sangre neandertal

Hoy queda resuelto uno de los mayores enigmas de la evolución humana: el hombre moderno y el neandertal se relacionaron entre sí y tuvieron descendencia.

Svante Pääbo y Marco de la Rasilla, en la cueva de El Sidrón (Asturias)
Svante Pääbo y Marco de la Rasilla, en la cueva de El Sidrón (Asturias)larazon

La secuenciación del primer genoma de una especie extinguida, la del «Homo neanderthalensis» que publica hoy la revista «Science», demuestra que en algún momento de la prehistoria ambas familias se mezclaron y nacieron seres híbridos, lo que supone un cambio de paradigma en las teoría de vidas paralelas que regía hasta ahora.«Hay grandes fragmentos cromosómicos que coinciden entre neandertales y los seres humanos no africanos. Y esto sólo es posible si se mezclaron entre sí», explica a LA RAZÓN Carlos Lalueza, paleontólogo de la cueva del Sidrón en Asturias –uno de los yacimientos de restos neandertales del mundo– y uno de los firmantes del artículo.Los neandertales son nuestros parientes evolutivos más cercanos. Aparecieron hace unos 400.000 años, se extendieron por Europa y Asia Occidental y se extinguieron hace 30.000 años.Y aunque la hibridación con los hombres más antiguos «fue algo puntual» y se «diluyó progresivamente por la expansión del Homo Sapiens», lo cierto es que «llevamos algo de neandertal» en nuestro genoma –entre un 1 y un 4% del total del código–. ¿Y dónde se produjeron estos encuentros ocasionales? «Probablemente en Oriente Próximo hace entre 80 y 50 mil años. En la ruta de salida de África del Homo Sapiens y cuando la expansión del Neandertal llegaba hasta las actuales Siria, Israel e Irak», explica Lalueza, que es investigador del Instituto de Biología Evolutiva del CSIC. Se deduce que la hibridación fue allí porque el fenómeno afecta por igual al genoma de los humanos actuales procedentes de Europa, Asia y Oceanía, pero no a los de África.

Menos de cien genesEl llamado proyecto Genoma Neandertal, que ha dirigido Svante Pääbo, desde el Instituto Max Planck en Alemania, culmina con la publicación de este borrador–y su correspondiente comparación con el código de cinco humanos de la época moderna de diferentes partes del mundo–. Aparte de demostrar que hubo relaciones neandertal-sapiens y de compararnos por primera vez con otra especie humana, la investigación constata que, en principio, sólo 78 genes nos distinguen del «Homo Neanderthalensis» (podrían ser hasta 3 veces más pues la cobertura del presente borrador es del 60% del código total). «Nuestra excepcionalidad como especie se buscará en un pequeño listado de entre 100 y 200 genes», explica Lalueza que, sin embargo, deja claro que pese a la hibridación, neandertales y sapiens siguen siendo dos especies diferentes.Apuntados los genes que marcan la diferencia, ahora queda mucho trabajo por delante para saber qué función ejerce cada uno en nuestra fisiología. De los que se conocen se sabe que entre los 78 hay genes implicados en las funciones más diversas como el desarrollo craneal, el movimiento del esperma, la morfología de la piel, la cicatrización de heridas, la raíz de los cabellos, la pigmentación o la esquizofrenia, entre otros.Para descifrar el genoma de esta especie prehistórica se utilizaron muestras óseas en polvo procedentes de tres huesos de mujer hallados en una cueva de Croacia. Sus secuencias se compararon con las de cinco genomas humanos, procedentes de los cinco continentes.