Sevilla
Rechazo frontal al «chonichándal» ruso
A la mayoría de los españoles le irrita la equipación definitiva que se verán obligados a lucir –es un decir– nuestros deportistas olímpicos en Londres
¿Desde Rusia con amor? No, más bien con inquina, a traición y pasándose la estética y la cultura española por el arco del triunfo. Eso es lo que piensan muchos españoles, a los que todavía no se les ha pasado el susto después de ver los uniformes oficiales que vestirán nuestros deportistas en la jornada inaugural de los Juegos Olímpicos de Londres. Ver a Pau Gasol, Rafa Nadal o Juan Mata desfilando con esa indumentaria ante miles de millones de espectadores promete ser uno de los disgustos del año. Poco importa las matizaciones del COE, su llamamiento a la austeridad argumentando que la firma rusa Bosco Sport vestirá a los deportistas durante siete años desde 2009 a cambio de 1.780 millones de ganancia y el ahorro por parte de las arcas públicas de un millón y medio de euros. Se puede recortar sí, pero con mejor gusto. Ésa es la convicción que albergan los hombres y mujeres que han respondido a la encuesta de NC Report para LA RAZÓN que claman para que se repare este daño estético antes de que el resto del mundo vea al equipo español disfrazado de no se sabe qué pero que no favorece nada.
A la pregunta de si le parece bien el nuevo diseño de los uniformes del equipo olímpico las respuestas no pueden ser más desoladoras: un 67,1 por ciento afirma rotundamente que no y sólo un 6,6 por ciento dice sin complejos que sí mientras que un representativo 26,3 por ciento se acoge a la fórmula «no sabe, no contesta», quizá conmocionados aún por esos dorados que ribetean las solapas de los uniformes de los chicos.
Por edades, la indumentaria desagrada a un 75,5 por ciento a los encuestados que están en una franja de edad entre los 45 y 64 años. Les siguen los que tienen entre 30 y 44 años con 71,4 por ciento. Los más complacientes son los mayores de 65, con un 52,6 por ciento. Eso sí, la tercera edad es la que más se refugia, un 39,5 en el «no sabe, no contesta».
Cambio radical
A pesar de la crisis económica y del dinero que podría costar al erario público, un 58,7 por ciento piensa que se impone un cambio radical. Buen gusto a cambio de euros vienen a decir. Un 11,4 por ciento defiende que a lo hecho, pecho y casi un 30 por ciento opta por no pronunciarse. Los más activos ante la posibilidad de dar marcha atrás son los hombres y mujeres entre 30 y 44 años y la indiferencia reina entre los que han superado los 65 años.
Tampoco se termina de asimilar que sea una firma rusa la que vista a nuestros olímpicos. Más que nada porque tienen una visión de España y de lo españoles que, con la excepción del rojo y el gualda, que han respetado, no se han debido de pasear mucho por las calles de Madrid, Sevilla, Barcelona o Albacete para inspirarse. Un abrumador 79,6 por ciento de los encuestados hubiese preferido que un diseñador nativo hubiese sido el responsable del diseño de la vestimenta en la certeza de que, al tiempo de que los Juegos Olímpicos son una magnífica promoción para la moda española –ahí es nada tener como percha a Nadal o Mireia Belmonte– también se hubiese evitado episodios tan polémicos. Existen precedentes de otros Juegos Olímpicos que no han forzado que los españoles miremos para otro lado al paso de nuestros deportistas. Eso sí, un 7,2 por ciento tampoco confía en los diseñadores españoles para tal cometido, aunque no precisan si sus preferencias se hubiesen inclinado por una marca deportiva de postín como la que viste a la Selección española de fútbol.
Para un 55,7 por ciento de los encuestados se está desperdiciando una oportunidad con más quilates que una medalla de oro para mejorar la imagen internacional del país con un uniforme olímpico a la altura de las circunstancias. Ese porcentaje cree que esos minutos en los que los deportistas recorren el estadio olímpico son una excelente pasarela para poner en valor la imagen de España con una vestimenta que sea más fiel a las esencias patrias. Un 16,2 por ciento piensa que la vestimenta en una cita tan importante ni suma ni resta si de lo que se trata es de ofrecer la mejor versión de nosotros mismos. Seguramente pensarán que el diseño es un facto demasiado epidérmico para contribuir a mejorar o empeorar la imagen que se tiene de España en el extranjero.
Visto lo visto, no es probable que Bosco Sport pueda ganar muchos compradores potenciales en España. Al menos no con este antecedente.
En primera persona
Celia MazaCorresponsal en Londres
«Los españoles no compran nada, ni siquiera una gorra»
El surtido que se ofrece en la tienda Bosco Sport de Londres es amplio, variado y colorido, tanto que hace daño a la vista propia y la ajena. Todas las piezas llevan bordados tan estrambóticos como chillones, y en sitio bien visible, el anagrama de la marca. Los polos, en blanco y rojo, se venden a 70 euros. No tienen mal tacto. Bastante peor es el tejido de las camisetas, en algodón barato (y que se ofrecen en dos colores), o los vaqueros, a 165 euros la pieza, con las trabillas de colores azul, amarillo y rojo. Poligonero total. La palma de la mala calidad (y peor diseño) se la lleva un pantalón de lycra en rojo con franjas laterales en amarillo, las bermudas con bolsillo en el muslo y unos sucintos pantaloncitos cortos unisex tipo pijama de verano. La palabra «España», siempre bordada detrás en amarillo (salvo en al camiseta del mismo color). Ojo con las gorras: en rojo y con visera amarilla adornada. Las piezas se venden desde mayo y me dicen en la tienda que muy bien entre el público latino, rusos, ucranianos y americanos, «porque son muy vistosas y tiene unos colores muy alegres». Ahora, españoles, no compra ni uno. Ni viseras.
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