España
La tasa «progrin»
La «tasa Tobin» es una vieja idea de los años 70. Se le ocurrió al señor James Tobin y básicamente consiste en un nuevo impuesto (idea de una originalidad deslumbrante) con el que se pretende gravar el flujo internacional de capitales. Es una propuesta preciosa de amor universal, enormemente valorada por la ciudadanía mundial porque contiene un mensaje muy básico de solidaridad que puede ser entendido por toda la ciudadanía interestelar de progreso (de los últimos reaccionarios del sistema solar, casi todos atrincherados en España, nada esperamos). La propuesta es: que el Gran Capital (o sea: usted que lee esto) pague un tributo y, con lo que le saquemos, arreglaremos la pobreza en el mundo. Y, ¡¿quién no quiere acabar con la pobreza en el mundo…?! Quienes defienden la Tasa Tobin quizás imaginan que el Gran Capital es un señor con bombín, mientras que el Pueblo Hambriento es un señor con gorra. Básicamente, se pretende que el del bombín pague un peaje por moverse, peaje que podría convertirse en una pensión para el de la gorra. La tasa Tobin era una idea tan preciosa que el propio Tobin renegó de ella. Pero a cierta izquierda de progreso le encanta el concepto de «limosna internacional», por eso la adoran. Prefieren regalarle pescado podrido al pobre antes que enseñarle a pescar, creen que la pobreza es un simple problema de mala distribución de la riqueza, y no de producción. Uno queda de cine mostrándose partidario de esa tasa. La gente de buen corazón aplaude una idea tan progre, tan solidaria, tan «roja» y tan bonita. Los altermundistas aplauden una idea que han hecho suya espoleados por los ideólogos del colectivismo izquierdista. Hugo Chávez y los Kirchner aman la tasa Tobin tanto como meter la mano en el bolsillo del contribuyente. Ahora, ZP y Sarkozy, también se muestran partidarios de la tasa Tobin. Saben perfectamente que resultaría imposible aplicarla pues carecemos de gestores «mundiales» para hacerlo, y que de ser posible, contribuiría a aumentar la pobreza, el aislamiento y la inflación de los países pobres antes que a moderar la riqueza de los ricos. Pero también son conscientes de que las palabras que se lleva nuestro padre el viento acaban metiéndose por las orejas de los confiados votantes, y quizás anidando en la urna de sus conciencias… (Ah: ¿y qué hay de los pobres de España, esos que buscan comida hurgando en las basuras o visitando los comedores de Cáritas…?).
✕
Accede a tu cuenta para comentar