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«Dame mi libertad o mátame»

La Razón
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De obrero desconocido a icono mediático. De rapero aficionado a celebridad nacional. Cuando Mouad Belghouate ingresó en la cárcel marroquí de Oukacha el pasado 9 de septiembre, por un rifirrafe con un "baltaji"(cruce de radical, sicario, gamberro y descerebrado camuflado de realista, para entendernos), no imaginaba que su nombre acabaría impreso en camisetas, que sus fotos servirían como pancartas en manifestaciones y que sus canciones serían utilizadas prácticamente como "himnos"del movimiento 20 de Febrero. Tampoco se le habría ocurrido que miles de personas iban a salir a la calle todos los sábados para exigir su liberación, ni que los jueces le condenarían exactamente a cuatro meses y tres días de prisión para, paradójicamente, poder liberarle ipso facto. La presión popular funcionó, pero para sus defensores, no obstante, la pelea continúa. Da igual si le han absuelto del delito de amenazas porque le han condenado por agresión y lesiones. Y eso es injusto, falso e incompresible, señala su abogado, Omar Benjelloun, para quien la Justicia "ha intentado salvar los muebles"sabiendo perfectamente que Mouad es inocente. Por ello, como confirmó este letrado a LA RAZÓN por teléfono, piensa recurrir la sentencia dictada por el tribunal el pasado jueves. No quiere quedarse con la sensación de haber obtenido una "media victoria"y asegura que irán "hasta el fondo"para limpiar el nombre del cantante, que, además de los 4 meses en prisión, tendrá que pagar 500 dirhams (44 euros) de multa. Belghouate, más conocido por El Haqed o L7a9d (traducido, "el indignado"), a sus 24 años, es ya uno de los emblemas de la contestación al poder en Marruecos. Hace apenas un año compaginaba su trabajo tendiendo cables eléctricos con las canciones que grababa con sus amigos en su casa de Hay Al Wifaq, el humilde barrio de Casablanca que el jueves recibió a su héroe con una fiesta que duró hasta las tantas y en la que se volvieron a escuchar, coreadas hasta la afonía, las canciones que habían llevado a Mouad a la cárcel. En ellas reclama directamente "dame mis derechos o mátame"o sustituye, en una irreverente provocación al sistema, el tradicional "Dios, Patria y Rey"por "Dios, Patria y Libertad".Ese fue su gran delito: criticar a las fuerzas vivas. Pero las autoridades necesitaban un motivo para detenerle. Y Benjelloun no tiene ninguna duda de que por ello "le tendieron una trampa": Primero, un "baltaji"de la Alianza de Jóvenes Realistas, conocido por su radicalismo y violencia, fue a casa de El Haqed para insultarle a él y a su familia. Cuando el rapero fue a denunciar lo ocurrido, acabo retenido e interrogado en la comisaría durante tres horas. "Casualmente", cuando volvió a su barrio para distribuir pasquines convocando a una manifestación, el mismo gamberro se encaró con él, le insultó y le agredió. Según sus abogados, ambos se enzarzaron en un forcejeo sin mayores consecuencias.Pero, también por "casualidad", una ambulancia esperaba en esa misma calle y llevó al agresor al hospital, donde se le extendió un certificado de lesiones con el que presentó la demanda que llevó al rapero a la cárcel.A pesar de todo, L7a9d ya ha dicho que no se va a callar, que va a seguir cantando contra las injusticias. Como señala Mohamed Khadhiri en el sitio web "Liberté pour Mouad L7a9ed", el cantante "ha puesto muy alta la barrera de la contestación. Ha criticado al rey Mohamed VI, al primer ministro, al Majzen (la "corte"en torno al rey), a las Fuerzas Armadas, a la seguridad del Estado. Nadie parece estar a salvo de sus críticas, salvo el pueblo, por el que ha tomado partido". El redactor jefe de "Tel-Quel", Karim Boukhari, escribió en octubre que El Haqed, todavía en la cárcel en aquel momento, era "un detenido político que paga el precio de sus ideas y de sus palabras". No es el único. Decenas de activistas del Movimiento 20 de Febrero también son cíclicamente detenidos por pedir lo mismo que L7a9ed es capaz de cantar.