Nueva York

St Antonys El colegio espía

Decía un profesor de St. Antony's que muchos guías turísticos de Oxford lo anunciaban. Nada más pasar por delante de la fachada del «college», comentan: «A su derecha, el colegio espía». La leyenda de St. Antony's College perdura en el tiempo.

Carr y Deakin
Carr y Deakinlarazon

Se fundó en la década de 1950 por Antonin Besse, un millonario con pasado misterioso que cedió el dinero. Sus estudios estuvieron financiados por empresas privadas y se centraban en los puntos calientes de la Guerra Fría: Rusia, Oriente Medio, Iberoamérica y los Países del Este. Su primer rector fue William Deakin, que trabajó para la inteligencia de élite SOE y participó, como enviado de Churchill en una misión en Yugoslavia. El centro se convirtió en una especia de «Think Tank» para el Foreing Office. Ahí estuvieron David Footman, ex agente del M16, James Joll, que trabajó para el SOE, y Wheeler-Bennett, que estuvo en los servicios de información británica de Nueva York, entre otros. Gracias a estos y otros nombres y a sus campos de estudio, este «college» jamás se ha desembarazado del todo de su fama. ¿Y Raymond Carr? Fue «warden» de este colegio y heredó los problemas de su antecesor, Deakin.

Pero, ¿trabajó como espía? María Jesús González despeja las dudas sobre este asunto: «Sé que escribió varios informes de España para el M16 (a los que, sin embargo, no he tenido acceso). Por ejemplo, al ministro laborista Tony Crosland –en este caso sí he accedido al documento–, le informó sobre si el PSOE era reformista o revolucionario, sobre Gibraltar, el ejército y hasta sobre Adolfo Suárez. Y años después informó al gobierno de Margaret Thatcher de González, Gibraltar y la entrada de España en la OTAN. Pero hay que aclarar que no es algo excepcional. En el contexto angloamericano se da con frecuencia una relación de conexión entre el Gobierno y ciertos sectores del mundo académico que no es tan común en España, en parte porque aquí nunca ha habido una tradición de estudios internacionales. El Gobierno puede pedirles a los especialistas informes o su opinión. Y así sucedía con Carr, el máximo especialista de España, bien relacionado con sus políticos de diverso signo y sus altos mandos militares. ¿Es eso espionaje? La línea es muy delicada. Pero Carr era sobre todo un académico. Aunque hay que tener en cuenta, además, que él pertenecía a la generación de la posguerra mundial. Y muchos de los académicos más brillantes fueron reclutados por la inteligencia durante este conflicto y luego continuaron manteniendo ciertos vínculos con ella (como Trevor Roper, Alfred J. Ayer o el mismo Deakin). En definitiva, en Gran Bretaña han sido siempre muy pragmáticos y no han desechado que la gente inteligente de sus élites puedan informar al Estado».