Cataluña
Mejor solos que por Toni Bolaño
Ernest Maragall tiene prisa. Muchos son los rumores y las hipótesis que auguran unas elecciones anticipadas en Cataluña. Quiere estar preparado. Ahora sólo tiene su Plaza21, una suerte de plataforma con la que pretende captar cuadros socialistas para su proyecto al margen del PSC. Si hemos de hacer caso a algunas personas muy vinculadas con Maragall, las reuniones en el territorio se hacen pero con unos resultados más bien escasos, cuando no decepcionantes.
Ante esta tesitura, Maragall no deja de tensar la cuerda. Y para ello, no duda en esgrimir su condición de diputado. Quiere que lo expulsen del PSC para construirse una imagen de víctima del «aparato», cuando él lleva toda la vida siendo parte intrínseca de este «aparato». Por eso, el diputado Ernest Maragall ha roto dos veces la disciplina de voto de su partido. Lo ha hecho dos veces en poco tiempo. Todo sea por romper la cuerda. Eurovegas fue primero, luego el pacto fiscal. Quiere ser expulsado para camuflar su transfugismo. En Cataluña, tenemos algunos ejemplos. Si votas diferente, si rompes con tu partido, eres tránsfuga. Pero, si lo haces «por Cataluña» parece que lo eres menos. Algunos te justificarán. Por eso, el PSC ha optado por la sensatez y Daniel Fernández, el secretario de organización, le ha pedido que devuelva el acta de diputado. Fernández, un hombre acostumbrado a tejer consensos, sabe que no lo hará pero no quiere dar justificación a una escisión en el PSC de la mano de Ernest Maragall, pero en la que no está sólo. Sus andanzas son seguidas muy de cerca por el actual conseller de Cultura, Ferran Mascarell, interesado como nadie en construir un partido socialdemócrata que desgajara algún diputado a los socialistas en unas autonómicas. Mascarell, junto con Maragall, no dudarían en ponerlos gustosos al servicio del president Mas. De hecho, de eso se trata, crear un nuevo partido que merme las maltrechas filas socialistas y que amplíe los soportes de CiU, que a tenor de las encuestas tampoco están para aventuras.
Son tiempos complicados para los socialistas catalanes. A sus propios problemas, el PSC conlleva la diáspora del PSOE de Rubalcaba que no levanta cabeza y la crisis endémica de la socialdemocracia europea que no ha podido, ni sabido, construir una alternativa a la crisis. Pero por eso, las travesías del desierto mejor pasarlas solos que mal acompañados.
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