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El arma favorita de Obama

Estados Unidos lidera una nueva manera de hacer la guerra mediante aviones tripulados por control remoto, más baratos e invisibles, pero letales para los civiles 

Una soldado de la base Tel Nof de Israel junto a un «drone»
Una soldado de la base Tel Nof de Israel junto a un «drone»larazon

En 1960, la caída en suelo ruso del avión espía norteamericano U-2 y la inmediata captura del piloto Gary Powers por parte de los soviéticos puso en un aprieto diplomático a Estados Unidos. La dimensión de aquel fracaso militar y político ofreció al Ejército más poderoso otro argumento más para desarrollar una aeronave capaz de volar sin necesidad de un piloto a bordo. Cincuenta años después de aquel episodio, Estados Unidos posee una flota de 7.000 aviones no tripulados, según datos de un informe del Departamento de Defensa norteamericano.

Son los denominados «drones» (abejorro, en inglés), aviones teledirigidos mediante satélite y usados tanto para misiones de vigilancia como para operaciones de ataque. Los que poseen los ejércitos de todo el mundo pertenecen en su mayoría a la primera categoría, son aeronaves espía sin capacidad destructiva, de pequeño tamaño y dotadas con una tecnología cada vez más al alcance de muchos.

Sin embargo, pocos países –Estados Unidos entre ellos– fabrican, exportan y utilizan los aviones no tripulados con misiles Hellfire y bombas guiadas por láser para hacer la guerra. Matan por control remoto y se han convertido en el arma favorita de Barack Obama.

Desde su llegada a la Casa Blanca, la CIA y las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos han intensificado su uso de una manera apabullante en la lucha contra el terrorismo islamista, tanto en Pakistán y Afganistán como en Irak, aunque también se han usado para vigilar la frontera con México, en la guerra de Libia y en Yemen.

Las ventajas de estos aparatos son evidentes: «La primera es que el riesgo de que muera un soldado de nuestro Ejército desaparece y también el trauma de que el piloto pueda ser capturado», explica a LA RAZÓN el general Giora Eiland, ex asesor de seguridad nacional en Israel, un país con tecnología propia en UAV, acrónimo de «Unmanned Aerial Vehicles» (vehículos aéreos no pilotados).

«La segunda es que son más baratos que los aviones de guerra convencionales. Pero también tienen ventajas desde el punto de vista técnico, son muy silenciosos y poseen una gran autonomía de vuelo».

Silenciosos e invisibles

Modelos como el Predator o el Reaper, de fabricación norteamericana, pueden capturar imágenes fotográficas y de vídeo y transmitirlas en tiempo real durante 24 horas día tras día, lo que permite reconstruir patrones de actuación del enemigo de cara a un posible ataque. Los expertos explican que algunos de ellos transportan ojivas que actúan con una precisión quirúrgica, pudiendo matar a un pequeño grupo de personas sin provocar apenas daños en los alrededores.

Uno de los mayores avances con respecto a la aviación convencional radica en su invisibilidad. Su diseño está concebido para burlar los radares y preparar la entrada en escena de cazas y bombarderos una vez que ha conseguido anular los sistemas de detección del enemigo. Son fáciles de derribar, pero difíciles de localizar. En la misión que acabó con la vida de Ben Laden tuvieron un papel estelar a la hora de despistar al Ejército paquistaní para que no detectara la presencia de aviones norteamericanos.

La Fuerza Aérea de EE UU «pilota» los drones desde su cuartel general de Nevada (EE UU), mientras que la CIA lo hace desde las instalaciones de Langley, Virginia. Por lo general, el peso de la operación recae en dos oficiales sentados frente a varias pantallas, aunque en la misión participan más personas en otros lugares.

Las bases de despegue están diseminadas cerca de los lugares conflictivos. Además de las que existen en Asia, EE UU también opera con «drones» desde Etiopía, Yemen, Djibouti y las islas Seychelles, donde hace unos días cayó por accidente un Reaper norteamericano.

La guerra secreta que la CIA mantiene en Pakistán contra los insurgentes islamistas es el escenario habitual de los UAV americanos, si bien el estreno del Reaper se produjo en la guerra de los Balcanes en 1995. Washington ha asegurado en más de una ocasión que los «drones» son «herramientas extremadamente efectivas» en la lucha contra el terrorismo islamista.

Según el informe de New America Foundation, entre 2004 y 2011 han muerto en Pakistán entre 1.717 y 2.680 personas a causa de estos artefactos. Un 17% de los fallecidos podrían ser civiles, según esta fuente. Las imágenes infrarrojas que transmiten los aviones –las que ayudan a decidir si es un objetivo a batir– no distinguen entre terroristas e inocentes.

Las muertes de civiles ha motivado la airada protesta de Pakistán, cuyo Gobierno es considerado por Estados Unidos como «aliado» clave para combatir la insurgencia islamista. Existen varios informes que ponen de manifiesto las muertes de niños y mujeres abatidos por misiles y bombas supuestamente dirigidas contra terroristas en esta zona, «la más peligrosa de la tierra», según Obama.

¿Existe el espacio aéreo?
La efectividad de estos aparatos ha sido cuestionada por Robert Grenier, ex director del programa de contraterrorismo de la CIA entre 2004 y 2006. En una entrevista con «Frontline», dijo que «lanzando estos ataques estamos creando más combatientes de los que hemos eliminado».

El uso de «drones» plantea problemas de seguridad y de soberanía, además de dilemas legales y morales. ¿Se puede violar el espacio aéreo de un país al que no se le ha declarado la guerra y matar a sus ciudadanos por muy sospechosos que sean de terrorismo?
David Cortright, director de estudios políticos en el Kroc Institute de la Universidad de Notre Dame, advierte del peligro de otorgar a un avión inteligente «el poder de matar».

«Nos enfrentamos a un futuro en el que todos los países podrán tener este tipo de aviones, un futuro en el que el terror podrá caer del cielo en cualquier momento sin previo aviso». En un artículo en la CNN, Cortright considera que el fracaso de esta poderosa tecnología se explica con un dato: tras diez años de guerra en Afganistán, el mes con más muertos ha sido el de mayo de 2011. Por tanto, añade, el uso masivo de «drones» no ha evitado que «la violencia insurgente y el terrorismo estén al nivel más alto».

El futuro del cielo
La administración Obama ha movido pieza y ha limitado el uso de los UAV. Sin embargo, las compras por parte del Ejército norteamericano seguirán aumentando en los próximos años. El Departamento de Defensa calcula que necesita 24.000 millones de dólares para reforzar su flota hasta 2015. Israel tiene también una poderosa industria. Y el Reino Unido no se queda atrás. En 2007 compró sus primeros tres UAV (modelos Reaper) por seis millones de libras cada uno. Desde entonces los emplea en misiones militares en Afganistán e Irak.

Hace dos semanas, Irán anunció el derribo de un avión no tripulado que sobrevolaba su espacio aéreo. Desde Estados Unidos se matizó que el aparato cayó por un fallo técnico. Las autoridades iraníes lo exhibieron como un trofeo de caza. Ahora lo están examinando con lupa y regocijo. China y Rusia han pedido a Teherán acceso a las tripas del «rehén» americano. Para Irán no es una tecnología nueva. El año pasado, el presidente Ahmadineyad presentó un «drone» autóctono, bautizado como Karrar, con una autonomía de vuelo de 1.000 kilómetros y cargado con dos bombas.

Algunos expertos advierten del peligro de que estos aparatos caigan en manos de terroristas. Lo que todos tienen claro es que el cielo del futuro será de los «drones» y que cada vez más tendrán aplicaciones militares y también civiles. En Estados Unidos ya se utilizan para fertilizar cosechas.

Ponga un «drone» en su Ejército
Un informe del Departamento de Comercio de EE UU sobre la industria aeroespacial asegura que al menos 40 países están tratando de integrar los «drones» en sus sistemas defensivos. Estados Unidos poseía 50 en el año 2000. Hoy tiene 7.000. Israel, y en menor medida Gran Bretaña, también han desarrollado una industria importante.

La Fuerza Aérea de EE UU está entrenando a más efectivos para dirigir «drones» que para pilotar bombarderos y cazas. «En veinte años vamos a ver cómo los aviones de guerra tradicionales son desplazados por los UAV», asegura el ex general israelí Giora Eitland.