Sevilla
Ya somos alemanes
Querían convertirnos en alemanes y están a punto de conseguirlo. ¡Por fin! Imagino que Griñán, el consejero de Empleo, el de Innovación y tantos otros a los que les debemos este significativo avance, se levantarán cada mañana dándole las gracias al Señor o a cualquiera de sus dioses laicos por la sustantiva transformación. De orangutanes con palustre y casco en las promociones inmobiliarias han sabido convertirnos en emigrantes de primera con perfiles exportables. Tres décadas, y ha sido suficiente para pasar del BMW en la puerta de la obra cuando todo el monte era orégano recalificable, a emigrar a Alemania para colocar los tornillos directamente en sus cadenas de montaje. ¿No queríamos tener Bemeuves y Mercedes alicatando paredes hasta el techo? Pues espera, que ya está aquí la Merkel con un contrato bajo el brazo y el hágaselo usted mismo en nuestras fábricas alemanas.
Las centralitas de las universidades de Cádiz y Sevilla se vienen abajo estos días con las solicitudes de empleo para irse como emigrante. Son lo mejor de Andalucía, la crema y nata de nuestra gente, estudiantes que acaban de hacerle un corte de mangas a la propaganda panfletaria de la Junta y a sus sucesivas modernizaciones pero que no tienen más alternativa que la vuelta al tajo o a la barra.
Sin que a nadie se le caiga la cara del rubor y sin que uno solo de los políticos de la Junta haya tenido la vergüenza torera de admitir este intolerable fracaso. Estudiantes gaditanos, granadinos o malagueños bien formados y hartos de que las ofertas de empleo se limiten a los ridículos apaños para subvencionar con cursillos millonarios a los arrimados del poder. Gente bien preparada y harta de que con los ERES de tapadillo hayan creado un sistema en toda regla para el reparto de fondos públicos sin más objeto que el de acallar voces y tapar miserias. Si a esos trabajadores de Delphi les hubiera servido de algo los 76 millones de euros que se han gastado hasta la fecha en su formación, hoy todos ellos serían catedráticos. Pero no lo son ni la Merkel los espera tampoco en Alemania.
Seguirá siendo la pobre gente que fue y a la que fácilmente le vienen tomando el pelo mientras los mejores de los nuestros cogen la maleta y se marchan. Huyen de este edén de ferias, caspas, hoteles y toros, tras haberse convertido en cualificados profesionales. Y aún habrá quien nos cuente que es una historia de éxito por habernos hecho alemanes y sin tener que cambiar nada.
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