Alimentación
Demasiadas grasas «trans» en las máquinas de comida
Ofrecen alimentos en cualquier momento y listos para tomar, pero los expertos denuncian que la oferta se limita a bollería industrial, snacks salados y productos procesados. La fruta es la gran ausente y la poca que hay se conserva en almíbar
Ofrecen todo tipo de comida las 24 horas del día y para su disfrute no son necesarias grandes dotes culinarias. Tan sólo es necesario introducir una moneda, elegir el alimento deseado y comerlo. Así se presentan las máquinas expendedoras de alimentos o de vending. Un elemento que forma parte del mobiliario de cualquier empresa o espacio público como hospitales, estaciones de tren, metro o autobuses. La falta de tiempo para comer se ha convertido en el mejor aliado de este tipo de máquinas, hasta el punto de que, en la actualidad, son la alternativa más socorrida para disponer de una chocolatina, un sándwich, patatas fritas o una bebida en cualquier momento.
Sin embargo, los productos que contienen no siempre son saludables y se alejan por completo de una alimentación equilibrada. Para Vicente Orós Espinosa, miembro del Grupo de Nutrición de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), el uso de este tipo de máquinas «debería quedar para situaciones inesperadas o que te pillan de improvisto, pero no como una rutina de la dieta habitual. El hecho de que algunos sándwiches, por ejemplo, tengan mucha o poca mantequilla o salsas no debería representar un problema nutricional, pero siempre y cuando su consumo sea ocasional o casi de emergencia». La selección de los productos corresponde, según Hugo González, director de Márketing de la empresa Vat Vending, «al operador de vending que es el elige los alimentos en función de las necesidades del cliente». Los momentos más punteros del día para recurrir a estas máquinas corresponden a media mañana y por la tarde. «Ofrecen alimentos muy apetecibles, pero siempre será mejor optar por productos frescos y no procesados porque poseen demasiadas calorías, azúcares y grasas trans. Sin duda, hay que fomentar en estos momentos del día fruta fresca o un trozo de pan con jamón frente al bollo, los snacks salados o las chocolatinas», afirma la doctora Juana Roldán, experta en Endocrinología y Nutrición del Hospital Infanta Sofía de Madrid.
Freno a la obesidad
Precisamente, la Ley de Seguridad Alimentaria elaborada en julio del pasado año, por el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad junto con la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), estableció la retirada de las máquinas expendedoras de bollería industrial en los centros escolares con la intención de reducir las cifras de obesidad infantil. Así, el valor energético de un producto no debe superar las 200 calorías, en un 35 por ciento como máximo procederá de la grasa y un 10 por ciento de grasas saturadas. Pese a que la gente cada vez es más consciente de la importancia de tomar fruta, González asegura que «se introduce poco en las máquinas de vending por un problema de caducidad. No hay fabricantes de fruta que se lancen a envasarlo y que, además, sus propiedades aguanten». Asimismo, continúa González, «cada vez se incluyen más productos saludables como integrales, barritas dietéticas y ensaladas, entre otros. La demanda de estos alimentos viene más por parte de las empresas que de los propios colegios. Aunque la fruta envasada que se oferta suele estar en almíbar, la palmera de chocolate sigue siendo el producto estrella».
En esta misma línea se sitúa el gerente de la empresa Arras Vending, Ricardo Zuaznabar, quien añade que «la calidad de este alimento se puede ver afectada, sobre todo por la distribución de la temperatura dentro del aparato». Como norma general, «todas las máquinas cuentan en su base con una zona de frío, a unos tres grados, que tiende a expandirse de abajo a arriba. Por ello, en la parte inferior suelen colocarse los alimentos que requieren menos temperatura. También existe la doble temperatura, mezcla de frío y calor, pero tiene más riesgo porque se penaliza algunos productos que no necesitan frío pero que se han colocado al lado de otros que si lo necesitan», aclara González.
Dentro de los productos que necesitan estar a bajas temperaturas para conservar la calidad y seguridad de los ingredientes se hallan los sándwiches que poseen todo tipo de salsas y mayonesas. «Cuentan con una caducidad de quince días, pero lo más problemático en estos alimentos reside en gestionar bien la cadena de frío porque si se rompe, el producto se tiene que desechar. Así, la furgoneta en la que se trasladen tiene que estar acondicionada, vigilar el almacenaje y, por supuesto, la temperatura de la propia máquina expendedora», asegura González.
Además, Zuaznabar asegura que «lo normal es que cada dos días los alimentos, sobre todo sin son frescos, se cambien». Sin embargo, Roldán está convencida de que «si las normas de seguridad se cumplen el producto no se tiene por qué ver alterado». Conviene aclarar, según Orós, «que los ingredientes y productos que se ofertan son los mismos que podemos encontrar en cualquier supermercado. No obstante, es obvio que el grado de frescura para los más perecederos nunca podrá igualar a lo preparado en casa o en un restaurante».
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