Murcia
OPINIÓN: Japón
Suelo decir, frente a los resabios del romanticismo animista –ese que confiere a la Naturaleza alma y espíritu, capaz de vengarse de los hombres que la castigan- que la naturaleza no tiene conciencia alguna ni sentimientos éticos, que la naturaleza es perversamente «neutral», y que es el hombre, el ser humano –por más que éste pueda ser el más depredador y cruel de todas las especies, al fin y al cabo somos devoradores de cadáveres- el único que, en sus mejores momentos, puede tener sentimientos de compasión, de solidaridad y de emergencia ética, además de que racional e instrumentalmente puede poner diques y malecones a la violencia natural. E incluso es el único ser capaz de transformar –sublimizar, dice Kant en la Crítica del juicio- los terribles fenómenos naturales, como las tormentas, en sentimientos de belleza, en Estética. Pongo siempre el ejemplo del tsunami de hace unos años para mostrar que la naturaleza no hace distingos y mata con terrible imparcialidad a niños o adultos, a mujeres o ancianos. Y en estas llega la tragedia de Japón y el nuevo tsunami… Claro que la acción del hombre puede violentar a la Naturaleza –y además es capaz de crear tecnologías que pueden devorarlo a él mismo, como vemos estos días con las centrales de energía nuclear-, pero no porque ésta, la Naturaleza, practique su propia venganza con conciencia de que lo hace, como cree cierta beatería ecologista. Bueno, sé que no son días, en mitad de la terrible tragedia, para que la cáfila «naturalista» me vaya a dar la razón. Pero los hechos son tenaces, que también lo dijo Kant, como casi todo. En fin.
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