Cataluña

Lo que la reforma se llevó

Maragall se distanció del PSC tras sólo una legislatura de president. Solbes fue un cajero incómodo para pactar la financiación. A Zapatero le han llovido críticas por su falta de credibilidad
Maragall se distanció del PSC tras sólo una legislatura de president. Solbes fue un cajero incómodo para pactar la financiación. A Zapatero le han llovido críticas por su falta de credibilidadlarazon

BARCELONA- Con cuatro años de vida y otros tantos de tramitación, el Estatut ha tenido tiempo suficiente para sacudir la política catalana y española de arriba a abajo, más allá de ensanchar la separación entre Cataluña y el conjunto de España. Como si de un tsunami se tratara, se lo ha llevado casi todo por delante, como al ex presidente de la Generalitat Pasqual Maragall que después de la aprobación pasó de la euforia a la amargura en tiempo récord. El destino lo había condenado a ser el primer cadáver en quedarse en la cuneta del Estatut.

Para el presidente del Gobierno, José Luis Rodriguez Zapatero, la aprobación del texto tenía un precio y este no era otro que la cabeza de Maragall. Sin embargo, colocar a José Montilla al frente de la Generalitat no le dio mayor tranquilidad. Si la negociación fue complicada, el desarrollo de los mandatos del Estatut se convertió en un «via crucis» que aún no ha terminado. La negociación de los traspasos y, sobre todo, el pacto de la financiación generaron cotas de tensión que precipitaron la salida de Pedro Solbes del Ministerio de Economía. La remodelación del Gobierno también costó el cargo a la ex ministra de Fomento Magdalena Álvarez, dando paso a un Ejecutivo que acogió al ex presidente de Andalucía Manuel Chaves para que se ocupara de «mejorar la relación con las autonomías». En la parte catalana, el conseller Castells ya ha anunciado su adiós, insatisfecho por la sumisión al PSOE.

La despedida de Castells sólo ha hecho que evidenciar la brecha abierta entre PSC y PSOE desde el inicio de la negociación del Estatut. Pero si las relaciones en la familia socialista se han visto sacudidas, el tripartito tampoco ha corrido más suerte. El Estatut ha pasado factura al Ejecutivo catalán y las encuestas le auguran un futuro poco halagüeño. Especialmente a ERC, que después de desmarcarse del Estatut en el referéndum decidió armarse de «responsabilidad» para trabajar por el desarrollo estatutario, desde el Govern. En el camino se quedaron todas las corrientes críticas del partido, y forzó un viraje independentista que condenó al vicepresidente, Josep Lluis Carod Rovira, a prejubilarse anticipadamente.

La negociación del Estatut también puso contra las cuerdas la convivencia en CiU. Que Mas se fuera a Moncloa a pactar el Estatut sin consultarlo con Duran encendió los ánimos del socialcristiano, quien hasta entonces había llevado la voz cantante en la negociación. Por encima de todos, el Estatut ha atormentado a Zapatero. No en vano, prometerlo lo encumbró a la Moncloa con votos catalanes, un apoyo que peligra a golpe de promesas incumplidas.