Actualidad
Solidaridad internacional por Cástor Díaz Barrado
La sociedad internacional no se caracteriza, precisamente, por la solidaridad. Aunque no se puede decir que los comportamientos solidarios estén ausentes, sí hay, en las relaciones internacionales, una escasa solidaridad y la falta de un proyecto común y compartido del conjunto de los actores internacionales. Está bien que los Estados miren por sus propios intereses, pero la proyección exterior de cada Estado y el logro de los objetivos de su política exterior no están reñidos con los necesarios componentes de solidaridad. Los intereses de los Estados deben estar impregnados de elementos que conduzcan a la cooperación internacional. Nada mejor para defender los propios intereses que poner en valor principios y conductas que supongan la colaboración entre los Estados y que, con ello, aumente el bienestar de los pueblos. Pero la falta de aspectos solidarios en la actualidad no condiciona el futuro porque se aprecia su incorporación, lenta pero paulatina, en la sociedad internacional. Se están sentando las bases que conformen una verdadera comunidad internacional, aunque debe haber un consenso respecto a los valores en los que debe inspirarse esta comunidad. La noción de solidaridad recoge bien el contenido de estos valores y, sobre todo, expresa que se van superando aquellas etapas en la que los Estados asumían sólo una defensa casi exclusiva de su soberanía. El objetivo es que los valores de la comunidad internacional sean aceptados por todos, con independencia de que surjan discrepancias en algunas de las consecuencias que produce su aplicación. La paz debe estar en la cúspide del sistema de valores de la comunidad internacional y debe asegurarse que los conflictos entre los Estados se resuelvan siempre por medios pacíficos. La democracia está ganando terreno y empieza a ser una realidad en algunos continentes. Se precisa la democratización de la sociedad internacional y de sus instituciones. La defensa de los derechos humanos se ha configurado como un componente básico y necesario en las relaciones internacionales. El desarrollo económico y social se plantea como un objetivo permanente de los Estados. Estos cuatro valores son los que se encuentran más asentados y todos ellos son expresión de la solidaridad internacional. Habrá que esperar todavía algún tiempo para que los Estados pongan en práctica sus efectos, pero el discurso internacional, con avances y retrocesos, está orientado en esta dirección. La solidaridad internacional no debe ser una mera evocación retórica ni tampoco una expresión que alcance múltiples significados. Aunque los hechos lo desmientan, en numerosas ocasiones la comunidad internacional está avanzando y resultará imparable que, cada vez con mayor frecuencia, los Estados tengan comportamientos de solidaridad.
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