Debate Estado Nación
El gran reformista
2011 ha nacido con drásticas subidas para los consumidores y con importantes recortes sociales para trabajadores y familias. Zapatero ha cogido las tijeras de podar el bienestar tras descubrir, no sin esfuerzo, que debe trabajar no para nosotros sino para las siguientes generaciones. Reconoce que se lo explicaron a él, personalmente, los líderes de EEUU, Alemania y China cuando en el mes de mayo le telefonearon para invitarle a darse un baño de realismo: «O haces reformas, o te hundes, y nos hundes», y se lo han ido explicando los mercados mediante sucesivos sobresaltos. Por eso desde entonces la palabra «reforma» es el talismán, tantas veces repetida como la palabra «futuro». El Gobierno está aplicado por nuestro futuro, nos explicó el presidente en su balance de 2010. Y Zapatero dice en 2011 estar trabajando por las pensiones del futuro cuando anuncia endurecer sus plazos, por el empleo del futuro cuando augura recortes en el despido, y por la energía renovable del futuro cuando sube drásticamente el recibo de la luz. Es el resultado de una gran transformación: la transmutación del Zapatero rojo en el Zapatero liberal, de un político extremadamente ideologizado en otro desnudo de ideología, de un hombre que ha tenido que renunciar a sus principios para seguir gobernando. No es de extrañar, pues, que desde el pasado mes de mayo las encuestas le hayan dejado caer en picado. Los últimos datos publicados dibujan la caída libre de un hombre sin los ropajes ni los atributos con los que se nos había presentado.
Por eso el Gobierno inaugura 2011 buscando golpes de efecto. Zapatero no da por perdidas las elecciones y ha encargado a Rubalcaba que le haga de frontón y a Pepe Blanco que le escrute las encuestas y le movilice al electorado. ¿Quién dijo que Zapatero es el presidente que más ha recortado los derechos sociales? ¿Que Zapatero es el presidente más antisocial de la democracia? La tarea de los hombres del presidente, con Rubalcaba a la cabeza, es enfundarle el traje del gran reformista, sin quitarle el de benefactor social. Un imposible que él cree se puede conciliar con la ayuda de los sindicatos. Y en ello anda. Por eso, a partir de ahora, Zapatero leerá las encuestas para hablar con discurso social a las madres, a los jóvenes, a los mayores, a los trabajadores, a los parados, a los pensionistas, a las viudas, a los que nunca han contribuido... a todos los que sufran los recortes, con mensajes alentadores para todos ellos, para que resistan la crisis sin darle la espalda, porque en tiempos de bonanza este presidente fue el más benefactor. En esto se afanan en Moncloa, en preparar el próximo debate social que el presidente ha pedido celebrar en el Congreso, con la máxima de Churchill en el frontispicio: «El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones». O sea como Zapatero: un hombre de Estado dispuesto a inmolarse en la pira electoral por el bien común. Vivir para ver.
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