Historia
Megafrikis
La palabra inglesa «freaky», adaptada como «friki» o «friqui», significa algo monstruoso, anormal, ajeno a los cánones estéticos y morales de nuestra sociedad. Eso era antes, claro, cuando existían cánones estéticos y morales. Hoy lo «friki» lo inunda todo. Desde internet, donde reina absolutamente, la radio y la televisión, con sus debates políticos y sus «reality shows», hasta los museos de arte contemporáneo –los llamados «contenedores culturales», expresión «friki» donde las haya– y la política. Durante siete años, los españoles hemos padecido, con Rodríguez Zapatero, el «primer Gobierno contracultural de la Historia, con el ‘‘friquismo'' como horizonte ideológico». Así lo describe Lluís Fernández en su gran libro «Los friquis» (Friquibuc, 2011), que analiza la genealogía de lo «friki», su desarrollo, sus distintas variedades y su omnipresencia. Va generosamente ilustrado y es sin duda de las lecturas más entretenidas –y divertidas– de esta temporada. Lluís Fernández, colaborador de LA RAZÓN, conoce bien la cultura española contemporánea. Ha sido uno de sus protagonistas, de los más valientes, de los más independientes, como atestiguan sus libros «El anarquista desnudo» y «Una prudente distancia», el análisis más ácido que se ha escrito de la generación llegada al poder en los años 80. Así que su libro plantea tantas preguntas como aquellas a las que responde. Una de ellas es cómo lo que fue subversivo en los 70 ha pasado hoy a ser algo trivial, sin más relevancia que los quince minutos de gloria anunciados por Andy Warhol... Otra pregunta atañe a la izquierda: desde finales del siglo XIX, la izquierda española ha estado obsesionada por la cuestión estética, hasta el punto de hacer de ella el centro de la legitimidad política. Pues bien, ¿cómo es que esa misma izquierda ha terminado por elevar hasta el Consejo de Ministros y la Presidencia del Gobierno a personas cuyo único horizonte ideológico, y estético, es propio del más acendrado «frikismo»... ?
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