El personaje de la semana: Muamar Gadafi

Bin Laden se dedicaba a la construcción en Sudán cuando él saboteaba y derribaba aviones comerciales, pero luego, a la hora del telediario, ahorcaba en tandas y en directo a los islamistas radicales. Corrupto y corruptor, hacía trenzas con las tribus pagando los cohechos al contado. Cambió el uniforme por un revestimiento de cortinas de cretona y se le puso la faz afeminada, como si le administraran progesterona por algún problema prostático. No: tiene más estiramientos que su amigo Berlusconi y es un almacén de botox. Ha sido el chico malo de Europa, al que se podía redimir, y se le recibía con obsequiosidad babeante. El único que le tomó la medida fue Ronald Reagan, que intentó infructuosamente asesinarle con un raid aéreo. En el infierno le tratarán bien porque tiene una indulgencia no plenaria: expulsó a las ONG y en Libia no quedó ni un progre.