Lisboa

S&P y el Banco de Portugal empujan a la economía lusa al borde del abismo

Que Portugal siga el consejo de Lula da Silva y haga caso omiso de los que le piden que acepte ayuda para salvar su economía es cosa suya. Pero que, más pronto que tarde, va a tener que tomar alguna medida para enderezar el rumbo parece evidente. Conforme avanzan los días, las malas noticias se le acumulan. Ayer, por triplicado.

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, conversa con los periodistas durante su llegada a la ciudad de Coimbra, a 200 kilómetros al norte de Lisboa (Portugal)
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, conversa con los periodistas durante su llegada a la ciudad de Coimbra, a 200 kilómetros al norte de Lisboa (Portugal)larazon

El primer disgusto se lo dieron los mercados. La presión de los inversores no cesa y los bonos a cinco años superaron ayer una rentabilidad del 8,7%, toda vez que el diferencial con los títulos germanos alcanzó los 612,2 puntos básicos.

Menos crecimiento
A media mañana, fue el Banco de Portugal el que, a su pesar, se sumó a la «ofensiva». El supervisor luso no es ajeno a la necesidad que tiene el país de más medidas de ajuste y, a la vista del fracaso del dimisionario primer ministro, José Sócrates, de sacar adelante sus propuestos, revisó a la baja las previsiones de crecimiento del país. Ahora, prevé que la economía retrocederá este año un 1,4%, frente a la caída del 1,3% de su anterior estimación, y que el año próximo sólo crecerá un 0,3%, frente al 0,6% que vaticinaba antes. Y eso, advierte, siempre que se adopten los ajustes necesarios. De no hacerlo, avisó, la contracción se alargará hasta 2012.

Lo peor del día, sin embargo, llegó a primera hora de la tarde. Standard&Poor's, que el lunes rebajó la nota de los cinco principales bancos del país, hizo ayer lo propio con la deuda soberana un escalón y la dejó en BBB/A-2. O, lo que es lo mismo, al borde del bono basura. Este tipo de emisiones son percibidas por los inversores como de altísimo riesgo por su alta probabilidad de impago, lo que dificulta hasta casi imposibilitar la captación de capital por parte del emisor. El efecto en los mercados del anuncio fue inmediato y la deuda a cinco años escaló desde el 8,7% matutino a más de un 9,062%.

A pesar del acoso y la acumulación de malas noticias, Sócrates aseguró a última hora de la tarde que no tiene intención de solicitar ayuda externa.


Brasil acude al rescate
Cuando nadie daba un euro por Portugal, apareció Brasil. La otrora colonia del país vecino podría convertirse en el salvavidas de su comatosa economía. «Brasil podrá ayudar a Portugal como Portugal ayudó a Brasil económicamente», anunció ayer la presidenta del país suramericano, Dilma Rousseff, en su primera a Lisboa.

Tal vez lo que pueda aportar Brasil no sea suficiente para sacar al país luso del atolladero y que necesite más ayuda. En ese caso, Inacio Lula da Silva, ex presidente brasileño, fue muy claro: el FMI no es la solución. «Cada vez que intentó cuidar de las deudas de los países, creó más problemas que soluciones», aseguró, antes de criticar la tardanza de la UE en ayudar a Portugal.