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El personaje de la semana: José Bono
Su recepción en el Congreso el Día de la Constitución tuvo tintes de despedida apoteósica, con mucha miel de la Alcarria en lugar de lagrimeos. Este hombre tiene su mérito porque es uno de los enredadores metódicos de la democracia. Desde que se le veía por el Frente de Juventudes (lógico en su tiempo y edad) hasta Tierno Galván y el «Libro verde» de Gadafi, el asesino asesinado. Primero guerrista, luego felipista y casi archimandrita de Castilla-La Mancha. El techo económico lo tiene de concreto, porque no hay quien mire dentro, y tiene más jinetes que caballos. Un tardío divorcio lo compensa como consuegro de Natalia Figueroa y Raphael. Se va pero esperando. Para alzarse con el PSOE no tiene cuajo ni asistencias cuando en Ferraz están lloviendo piedras. Pero la Embajada ante el Vaticano es una pasión, aunque sólo sea por su palacio romano. Se la dieron a Vázquez por católico y para jubilarle. A Puente Ojea por ateo, que es lo más parecido a un ultracatólico. Bono ya está recordándonos su fe; y Pepe Blanco, que busca indulgencias. Bono se ha ganado retirarse a sus inmuebles.
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