Andalucía
Arenas se despide con llamada a la «unidad la humildad y la lealtad»
SEVILLa- Contuvo Javier Arenas el nudo de emoción hasta el final. Le costó. No pudo su mujer, Macarena Olivencia, ni buena parte de los compromisarios del PP que seguían su intervención en el Palacio de Congresos de Granada a cauce de lágrima. No estaba prevista su comparecencia. Se aparta a un lado el dirigente popular que ha conseguido llevar al partido hasta su cota histórica, pero que se le atragantó el último palmo del Everest: el cambio de gobierno en la región por el que ha trabajado incansablemente desde que volvió a coger las riendas de la formación en 2004. Fue su último discurso como líder del PP-A. No quiso estirar el suspense ni el protagonismo. Fue el primero en intervenir y con este gesto le cedió los focos para lo que resta del XIII Congreso –hasta mañana– al que es ya responsable «in pectore» de la formación en Andalucía, Juan Ignacio Zoido.
Entró Javier Arenas al Plenario con aire de presidente cesante o de próximo presidente de honor: en mangas cortas de camisa y con gestos menos eufóricos que en otros momentos. Se puso la chaqueta, se acercó al atril y, tras una larga ovación de los asistentes, recordó los deberes hechos con los que llega a un cónclave que calificó de «histórico»: «Por primera vez el PP celebra un Congreso siendo el primer partido de nuestra tierra». Fue el PP el partido más votado en las elecciones municipales, generales –con 400.000 votos de diferencia respecto al PSOE que se hubieran traducido en una mayoría absoluta en Andalucía– y autonómicas.
«Hemos alcanzado metas que parecían imposibles», deslizó Arenas, que recordó que el «impulso andaluz fue clave –dos veces repitió esta palabra– para que en estos momentos tengamos un gran presidente como Mariano Rajoy». «Pido de todo corazón que apoyemos con todas las consecuencias a Rajoy, sin complejos». Los objetivos que dejó marcados fueron los repetidos durante la última legislatura: la derrota de la «crisis y el paro». «Hay muchos motivos para sentirnos preocupados, lo vamos a pasar mal», dijo en clave económica. Hasta el Plenario llegaban los gritos de los manifestantes apostados en la puerta componiendo una imagen de la intifada laboral que le espera al PP tras el duro paquete de ajuste aprobado: proclamas en contra del Gobierno y las pancartas en mitad del humo amarillo de botes lanzados en la rotonda de entrada al Palacio de Congresos.
Para el final de su intervención reservó Arenas la tarea que deja al nuevo equipo. «No sé si debo pediros una cosa. Os pido mucha humildad, mucha cohesión y la misma lealtad con la fantástica dirección que va a salir del Congreso que habéis tenido conmigo».
«Humildad, unidad y lealtad» fueron las tres palabras subrayadas por Arenas. No sólo en clave interna, con el PP «y la gaviota», sino también para afrontar los «problemas de Andalucía», en clara alusión a la necesidad ya expresada en otras ocasiones de conseguir pactos entre los principales partidos a nivel andaluz. Su ideario lo apoyó en dos patas: el centro reformista y el andalucismo constitucional.
Recordó Arenas el papel desarrollado por el secretario general saliente del PP-A, Antonio Sanz, a los ocho presidentes provinciales a los que citó uno a uno. «Gabriel Amat, Elías, José Luis...» «Nunca se pasa uno por humilde y por agradecido. Millones de gracias por todo lo que me habéis dado».
La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, estuvo presente en la jornada inaugural. Elogió el papel desempeñado por el partido en Andalucía –«hay un antes y un después de las últimas elecciones autonómicas»– y especialmente por Javier Arenas, del que destacó su «trabajo incansable» realizado tanto en su etapa en el Gobierno como en la Presidencia del PP-A y animó a «continuar» con el proyecto iniciado. También alabó la «transición ejemplar» en la cúpula de los populares andaluces.
Cospedal cumplimentó con el homenaje a Arenas en el que se convirtió ayer el Congreso a pesar de que hay marejadilla de fondo en sus relaciones. «Javier Arenas no deja el PP-A, sino la Presidencia». «Hay que tener mucha generosidad para saber cuándo se cede el testigo».
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