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Santander

El calor enemigo del deportista

El exceso de temperatura y de intensidad del ejercicio puede resultar letal 

El calor, enemigo del deportista
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Salir a correr, sí, pero no a cualquier hora. Hidratarse, también, pero por tomas y no sólo con agua. Estos son algunos de los consejos que los expertos repiten una y otra vez cuando llega el buen tiempo. Porque el sol anima a muchos a iniciarse en esto del deporte, pero las consecuencias, si no se practica de la forma correcta, pueden ser fatales. Desde síndromes leves, como calambres y agotamiento, hasta un golpe de calor en toda regla que, en ocasiones y si no se remedia a tiempo, puede llevar a la muerte.

Según explica Pedro Manonelles, presidente de la Federación Española de Medicina del Deporte (Femede) «cada año encontramos problemas de esta índole en cerca de una docena de personas, especialmente a aquellos que realizan deporte de montaña. Uno de los motivos es que hacen marchas largas sin reponer líquidos suficientes. Aunque, más que el deporte en sí, lo importante es el tiempo y la intensidad con la que se realiza».

Por ello los profesionales insisten en la necesidad de hidratarse. «Deben ingerirse bebidas isotónicas que contienen electrolitos, es decir, sales que el cuerpo elimina con el sudor, además del agua. De hecho, eliminamos entre tres y cuatro litros de sudor en un día en el que se realiza cierta actividad. De ahí la importancia de la reposición», explica Luis García Castrillo, miembro de la Sociedad Española de Medicina de Urgencia y Emergencias y coordinador de Urgencias del Hospital Universitario Marqués de Valdecillas de Santander. Factor «tiempo»Para mantener los niveles adecuados hay que tener en cuenta el factor tiempo, esto es, «si la actividad dura menos de una hora, en líneas generales nuestro organismo está preparado y no suele haber problema para reponer líquidos», aclara el presidente de Femede. Por el contrario, «si se prolonga más de una hora es necesaria la hidratación unos 30 minutos antes de salir, en dos o tres tomas separadas. La última, además, se realizará un cuarto de hora aproximadamente antes de comenzar la práctica». Y si el deportista en cuestión está tan en forma que puede aguantar más tiempo, entonces la ingesta se hará «en tomas no abundantes, con tragos más cortos y repetidos cada 15 minutos», añade Manonelles.

Otro inconveniente es la combinación calor-humedad. Este calor no sólo «sube» por las condiciones ambientales, sino que la actividad en sí misma también produce un aumento de la temperatura corporal por el movimiento muscular. «Depende de lo aclimatado que esté el deportista», matiza Juan Valenciano, jefe de guardia del SUMMA 112 de Madrid, quien añade que «suelen sufrir más problemas aquellos que practican deporte al aire libre, como footing, bicicleta o tenis». «Si el ambiente en el que se realiza deporte es seco, la temperatura del cuerpo desciende, porque se permite la evaporación del sudor. Sin embargo, si el ambiente es húmedo, no se evapora de la misma manera, lo que dificulta que baje nuestra temperatura. Es lo que se llama un problema de termorregulación», aclara García Castrillo.

De las alteraciones que se pueden producir en malas condiciones, el denominado golpe de calor es el más grave. «Se trata de un cuadro clínico potencialmente letal. Supone que el sistema del organismo para regular la temperatura y que se encuentra en el hipotálamo ha fracasado y la refrigeración no funciona. Ese incremento puede llegar a una situación irreversible al alcanzar los 40ºC o 42ºC, provocando un deterioro neuronal que lleva a la muerte», dice Pedro Manonelles. Según explica García Castrillo la pérdida de fuerza, los ruidos en los oídos, mareos y la sensación vértigos son los síntomas previos que alertan de que algo va mal. Si no se trata a tiempo, sobrevienen las taquicardias, la insuficiencia renal y cardíaca, las arritmias y, finalmente, un fallo multiorgánico.

En un estadío anterior al golpe, se encuentran otros trastornos comunes, como los calambres y el agotamiento, consecuencia directa de la pérdida de fluidos sin reposición con electrolitos. El primero aparece como un espasmo o dolor en los músculos de los brazos y las piernas. Es importante realizar estiramientos de forma suave proporcionando un ligero masaje y descansar en un ambiente fresco. En cuanto al agotamiento, la piel se torna pálida, aparece el dolor de cabeza, las náuseas y los mareos, además de una debilidad generalizada y sensación continua de sed.

Aquellos que padecen problemas de obesidad, cardiovasculares y que toman medicación o están bajo tratamientos neurolépticos (esfera neuropsiquiátrica) tienen más riesgos de sufrir alteraciones en su organismo. De ahí las recomendaciones de siempre: no practicar ejercicio en las horas centrales del día (entre las 12 y las 18 horas); protegerse con prendas transpirables y claras; tomar bebidas isotónicas y, sobre todo, actuar de acuerdo a las posibilidades de cada uno.