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Medidas muy medidas por Ely del Valle
Lo de los cien días de cortesía por aterrizaje es un lujo que el nuevo Gobierno no se puede permitir, por eso los ministros andan estrenando cargo a la carga mientras los demás comentamos lo bien que ha estado el Rey abroncando a Urdangarín y alabando las virtudes del heredero para que no haya ni la más mínima duda de que, a excepción de que los dos fueron hermosos y rubios como la cerveza, nada hay en común entre los cuñados. El Rey reduce familia en las fotos oficiales y Rajoy reparte bisturís con la orden de cortar por lo sano. El tiempo de los recortes ha llegado, y es una realidad cuyo calado empezaremos a conocer el viernes cuando se celebre un Consejo de Ministros de los de camisa arremangada, corbatas flojas y dedos manchados de tinta. De momento estamos avisados de que se prolongarán unos presupuestos que ya eran un churro hace doce meses, se congelará el salario de los funcionarios; se atará en corto a las comunidades autónomas para que abandonen los mundos de Yuppi, y se devolverá capacidad adquisitiva a esos pensionistas que se mueren de envidia viendo cómo Tony Leblanc tira de tarjeta en el Corte Inglés. Son medidas muy medidas hechas para transmitir que el Gobierno tiene intención de trabajar con rigor pero sin lanzarse a degüello contra el bolsillo del ciudadano medio. Rajoy sabe que no existen los milagros, pero está dispuesto a probar por si acaso. En su contra, el tiempo, que es un bien escaso; a favor, que con el susto que tenemos todos en el cuerpo vamos a soportar casi todo lo que haga con estoicismo anglosajón. Es lo que tiene la penicilina: duele infinitamente menos cuando no podemos parar de dolor de muelas que cuando nos la inyectan en frío.
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