Nueva York
Barras y estrellas en la Castellana por Andrea Pérez Egido
«Es increíble cómo se vive en España las elecciones norteamericanas». Éste era el sentimiento mayoritario ayer en la fiesta que la Embajada de Estados Unidos organizó en el Hotel Intercontinental en Madrid. Los cientos de asistentes, norteamericanos y españoles, se reunieron para seguir y celebrar la gran noche electoral.
Las barras y las estrellas invadieron ayer este recinto y las chapas con las caras de los candidatos adornaban la ropa de la mayoría de los invitados. La bandera estadounidense estaba en los pañuelos, bolsos e incluso en los vasos de bebida que se repartían. «Estamos haciendo algo realmente americano, estamos celebrando nuestra democracia», decía en su discurso Alan Solomont, el embajador de Estados Unidos en España. Junto a su esposa Susan, el embajador recordaba que fue en 1972 cuando se celebró en España por primera vez el seguimiento de las elecciones americanas: «Yo estaba aquí como estudiante y aquí estoy unos cuantos años después». El embajador definió la política de Estados Unidos como «cabezota, pero noble», y animó a todos, en un español nítido, a disfrutar de la fiesta electoral.
Fuentes de la embajada aseguran que habían recibido más de 1.000 votos por correo y recordaban los más de 7.000 estadounidenses que viven en Madrid, muchos de ellos estudiantes. Mary es una de ellas. Esta neoyorquina, tiene 21 años y estudia Ciencias Políticas. Votó por correo y aunque no esté en Nueva York, donde vive con su familia, afirma que en España se siente como en casa. Muestra orgullosa una chapa con la cara de Obama que lleva en su vestido: «Quiero que gane porque es el mejor, me representa». Alrededor de 100 estudiantes acudieron ayer a la fiesta de la embajada, y el embajador tuvo una mención especial para ellos. La mayoría de ellos están estudiando Ciencias Políticas y coinciden en que es increíble cómo ha crecido el interés por venir a estudiar a España. Zuzana tiene 21 años y está estudiando en Madrid. Esta californiana cree que «aquí se conoce mucho más a Obama que a Romney y eso perjudica al republicano aunque yo quiero que gane Obama». «España es muy distinta de como esperaba, Madrid es la mejor ciudad en la que he vivido» aseguraba esta estudiante. Para Elizabeth son las segundas elecciones que vive fuera de su país. «Creo que no puedo decir nada malo de este país, vine por primera vez siendo estudiante y ahora trabajo para el Gobierno estadounidense en Madrid». «Es increíbe vivir aquí las elecciones», aseguraba la diplomática, y entre risas afirma que no quiere irse de España, pero que se llevará el mejor recuerdo de todos, entre otras cosas porque «mi hijo nació aquí, me llevo un auténtico madrileño a Estados Unidos».
Los dos grandes póster a tamaño real de los candidatos presidenciales fueron lo más fotografiado. Algunos posaban entre medias, como el embajador, y otros se decantaban por un sólo candidato, como Jim Dodson, que fue vicepresidente de la plataforma Republicans Abroad. Dodson, neoyorkino de 73 años, cree que Romney «es más que necesario, es el mejor en economía» y luce orgulloso su pin con un elefante, símbolo del partido republicano. A su lado, Molly, que lleva 30 años en España, asegura que «los estadounidenses debemos estar agradecidos por cómo España cubre las elecciones americanas, ¡están a tope!» aseguraba esta floridiana que desea que gane el candidato republicano. «Voté por correo y quiero que Romney sea el próximo presidente, Obama aboga por el socialismo y eso no me gusta».
«Sea cual sea el resultado, estamos felices por celebrar la fiesta de la democracia» afirmaba el embajador. Ganó Obama, para decepción de Jim Dodson y de otros tantos que esperaban un cambio, pero efectivamente la embajada fue una fiesta llena del más puro estilo «made in USA», llena de democracia y buenas maneras. Estadounidenses y españoles lo celebraron juntos. Unos más que otros. Los pro-Obama salían felices, pletóricos, las dudas de los días previos, las encuestas que apuntaban a un reñido final habían quedado atrás. Obama se queda. Romney estuvo a punto pero no pudo, y en sus seguidores de la embajada el gesto de resignación iba acompañado de una deportividad ejemplar. Y dentro de cuatro años, otra fiesta llena de barras y estrellas en la Castellana.
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