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No hay justificación por Iñaki Zaragüeta
Echo en falta la condena enérgica de Rubalcaba a la violencia de los manifestantes. Igual que ha llamado a protestar contra la reforma laboral y para no ser cómplice del salvajismo, debería hacer una proclama rotunda a la calma. Si quiere acosar al Gobierno con o en la calle, que lo haga desde la civilidad. No puede ser sospechoso. Ni los falsos cortes de calefacción del instituto de Valencia ni los cuatro porrazos justifican la algarada y los ocho días de virulencia, ni existe disculpa para los sucesos de Barcelona. La barbarie de la capital catalana traspasa la línea de la protesta reivindicativa. Los antisistema, como atestigua su conducta, no buscan sustituir programas de gobierno sino el desorden. Apurando el diccionario, el caos. El problema es que esto no ha hecho más que empezar. Siete años de complicidad con el poder socialista, callados durante el periodo en el que el paro creció casi tres millones de personas y en el que ZP nos condujo a la peor crisis. Pero eso no importa. Rubalcaba, como bien testimonió ayer ese genio de LA RAZÓN, Borja Montoro, parece añorar tiempos que tan buenos frutos produjeron al PSOE. Nada les importó a los salvajes el perjuicio a la imagen de la Ciudad Condal en las jornadas del Congreso Mundial de Móviles con miles de visitantes. ¿Quién puede ponerse de su lado? Lamentablemente, algunos hay, incluso que los jalean. Así es la vida.
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