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Jean Dujardin: «La sonrisa se la copié a Gene Kelly por su energía»

Jean Dujardin: «La sonrisa se la copié a Gene Kelly por su energía»
Jean Dujardin: «La sonrisa se la copié a Gene Kelly por su energía»larazon

LOS ÁNGELES– El nuevo actor dorado de Hollywood es francés y responde al nombre de Jean Dujardin. Es el primer galo que gana un Oscar gracias a su inteligente interpretación en «The Artist». Dujardin ha derrochado en estos meses de promoción una simpatía y un agradecimiento que ya quisiéramos los periodistas españoles cuando Javier Bardem pasea por la alfombra roja. Interpreta a George Valentín, una estrella del cine mudo en declive.

-¿Sorprende ver hoy en día una película muda?
-El filme es un tributo al viejo Hollywood y al entretenimiento que puede ser elegante y divertido sin decir una sola palabra. La cinta se cuenta a través de las imágenes y de los sonidos.

-Supongo que fue un reto enfrentarse a un papel como éste.

-El éxito no es mío. Es del director, Michael Hazanavicius. La interpretación no es distinta para una película muda o hablada. La única diferencia es que en una tienes líneas de diálogo y en la otra no. Había mucho ruido y mucha música en el rodaje. Hablábamos en inglés, en francés, en un lenguaje mezclado, pero era un lugar vivo, con mucha energía. Para mí lo más difícil fue aprender a bailar.

-¿Cuanto tiempo se preparó?
-Estuve cinco meses aprendiendo con Fabien Ruiz, el bailarín de «tap» más rápido del mundo. La primera semana fue divertida, la quinta se convirtió en algo tedioso, aburrido. Eso sí, al verlo en pantalla queda sensacional.

-La cinta es un homenaje a la primera era del cine.
-Sí, a la época de Douglas Fairbanks. Me inspiré en él para crear el personaje. Vi sus películas. Las interpretó todas con bigote: «El Zorro», con bigote, «Los tres mosqueteros», con bigote... Hasta «Tarzán» con bigote. La sonrisa se la copié a Gene Kelly por su energía, de Vittorio Gassman me fijé en su movimiento y de Clark Gable en el tipo de bigote. También vi las cintas de Lassie, que era un perro feliz.

-Al final del filme tiene una frase...
-Sí. «Encantado».

-¿Con cuánto cuidado la preparó?
-(Se ríe) Con mucho. Estuve cinco meses ensayando el acento y la entonación. Aunque no lo parezca, fue bastante difícil.

-Es una frase con peso...
-Se trata de un renacimiento del personaje. Tiene sentido porque da las gracias por estar vivo de nuevo. Ha aprendido a actuar en el cine sonoro. Esa frase es maravillosa

-Las escenas mas entrañables son las de su personaje con el perro Uggie. ¿Qué tipo de conexión estableció con él?
-No puedo relacionarme bien con un perro americano porque no hablo ingles (se ríe). Tuve la oportunidad de improvisar porque es un animal sabio, bien entrenado. Reconozco que tenía un montón de golosinas en mi bolsillo que él podía oler y por eso me seguía. Fue fácil rodar.

-¿Cómo fue su experiencia en Hollywood cuando exploraba los lugares donde se rodó este filme?
-Michel es el maestro que buscó durante mucho tiempo los lugares donde se rodaban las películas de los años 20 y 30. Yo no conocía Hollywood cuando vine aquí a rodar. Después de vivir en Los Ángeles durante cinco meses me inspiré con la ciudad, encontré otra motivación. Las luces, los extras, la energía del rodaje en el Teatro Orpheum. Todo fue una experiencia sensacional.

-Y los Oscar.
-Es el último premio de la temporada. He sentido emoción y miedo al mismo tiempo. Fue divertido, interesante y único. Me siento muy orgulloso y, sobre todo, muy agradecido.

 

Douglas Fairbanks, la inspiración del francés
Era casi obvio: el fino bigote, tan anacrónico, la sonrisa inmaculada y amplia, el cabello repeinado excepto algún bucle que se escapa... Cualquier cinéfilo habría reconocido la sombra de los viejos galanes en el George Valentin al que da vida Jean Dujardin en «The Artist». Y en concreto, la de Douglas Fairbanks (1883-1939). Por si quedaban dudas, el actor francés recordó a la estrella muda al recoger su premio: «Tiene gracia, porque en 1929 fue... Douglas Fairbanks quien presentó la primera ceremonia de los Oscar», aseguró. «Costó 5 dólares y duró 15 minutos. Los tiempos han cambiado». Un elegante homenaje.