Historia

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Erótica del poder por Marina CASTAÑO

Erótica del poder, por Marina CASTAÑO
Erótica del poder, por Marina CASTAÑOlarazon

La frase que da título a esta columna me recuerda a los años de la transición: se hablaba de la erótica del poder porque los políticos eran una remesa de varones que tenían mejor pinta que Arias Navarro y que Carrero Blanco, por poner ejemplos, que no despertaban atracción, ni fatal ni de ningún tipo. Llegaron gentes con aspecto juvenil, que no quiere decir que fueran más jóvenes, pero sí con mejor aspecto y, sobre todo, con ideas renovadoras para una España sumida en el olor a sudor y a coñac barato. El OC (olor corporal) desapareció con la profusión de desodorantes, la pinta de los políticos y sus apariciones en público, al alcance de quien quisiera charlar con ellos, hizo que comenzaran a despertar pasiones. No voy a dar nombres, por respeto a sus vidas familiares, aunque son conocidos de todos, pero fue el momento en que se comenzó a hablar de la erótica del poder. El poder es un plus que añade atractivo a quien lo ejerce. Hay quienes hacen colección de parejas teniendo en cuenta su fortuna, su poderío político o, incluso físico. Hay, también, quienes estudian listas de gente influyente para elegir sus posibles futuros ligues, sobre todo en USA donde se han escrito libros de cómo conquistar a un poderoso. Como decía Rafael el Gallo «hay gente pa tó».