Sevilla
De camino al Gobierno
El Partido Popular arrancó ayer su Convención Nacional de Sevilla, marcada en el calendario político como un punto de partida para las elecciones municipales y autonómicas. El PP llega al cónclave con un optimismo justificado no sólo en las encuestas, que le otorgan una importante victoria, sino en el capital político acumulado gracias a un trabajo bien hecho y a un líder sensato y riguroso como Mariano Rajoy. El mensaje es claro: el cambio es necesario y la alternativa frente a la crisis y los graves problemas que aquejan a la nación existe. El propio Rajoy, en sus primeras palabras en Sevilla, incidió en las ideas clave de que se puede confiar en el PP porque sabe hacer las cosas y en que los españoles desean la alternancia política.
El PP tiene experiencia de gobierno y probada capacidad de gestión. Es razonable que Rajoy apelara ayer a la labor de los gobiernos de José María Aznar como prueba de que su partido ha sorteado con éxito dificultades iguales o superiores. Aquella labor fue un éxito indiscutible porque recibió un país casi quebrado por una mala gestión del PSOE y entregó una nación próspera convertida en potencia económica. Rajoy y muchos de los dirigentes actuales del PP contribuyeron entonces desde la primera línea. Pero además, la labor de sus administraciones autonómicas ha fortalecido la imagen del PP como un partido capaz.
En ese camino al Gobierno, Rajoy ha probado el sentido de Estado y la responsabilidad con su predisposición al diálogo y al acuerdo con el Gobierno en asuntos de interés general. La lealtad y la prudencia en cuestiones como la lucha antiterrorista han resultado encomiables.
La Convención será una oportunidad para desgranar las propuestas populares sobre la situación económica, la política social y el papel de las instituciones. Muchas de esas recetas conforman un cuerpo programático solvente y potente que refuta el discurso socialista de que los populares carecen de iniciativas.
El PP tiene un horizonte favorable por méritos propios y deméritos de un mal Gobierno. Los populares entran en una recta final prolongada, en la que José María Aznar debe jugar un papel fundamental, como quiere con acierto Rajoy. El ex presidente del Gobierno representa seriedad y eficacia en la gestión y simboliza el éxito del PP contra la crisis.
Su intervención en la Convención fue un certero diagnóstico de la realidad, una justa relación de reproches al PSOE y una apuesta por el futuro como una misión para el PP y el país de enorme dificultad, pero posible. La apelación al Pacto de 1978, la recriminación al PSOE de que «gobernar es construir y forjar alianzas, no destruir y dividir», el llamamiento a «recuperar el Estado de las Autonomías plasmado en nuestra Constitución» y, en definitiva, a la unidad y al proyecto común, constituyen coordenadas políticas de un rumbo necesario.
El PP no ha ganado aún y haría mal en confiarse o en abandonar la centralidad y la moderación que no excluyen la exigencia. Sin elecciones anticipadas, Rajoy y los suyos deben perseverar en la línea y el proyecto que han defendido estos últimos años y con el que se han ganado la confianza de una mayoría de españoles.
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